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El Evangelista "William Ford Drost" 1915-1979 "El Pentecostal" / Biografia

 William Ford Drost 1915-1979
William Drost, fotografía tomada en 1979

Por Jorge Isaac Manzano
Profesor de Historia de la Iglesia 

La mayor parte de la información contenida en el presente artículo, fue extraída de la obra Una Historia Que no Termina, Volúmenes 1 y 2, © Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. 

1. EL NACIMIENTO:

William Ford Drost nació en la provincia de New Brunswick, en Canadá, el 1 de mayo de 1915. Sus padres practicaban las creencias de los “Predicadores Itinerantes”. Estos se reunían sólo en casas, pues condenaban los edificios dedicados a iglesias.

William Ford Drost
Quedó huérfano de padre a la edad de once años, por lo que debió trabajar en el campo para ayudar económicamente a su familia. Desde la edad de quince años comenzó a relacionarse con los pentecostales, aunque desde años atrás su madre le había prohibido acercarse a ellos. En aquel tiempo sus padres pensaban que estos eran del diablo. Le llamaba la atención su forma de alabar a Dios, aunque le parecían exagerados los movimientos corporales, verlos golpear el piso con los pies y el batir de las palmas.
Uno de sus amigos más cercanos fue impactado por el poder de Dios, pero su madre al enterarse, le prohibió acercarse a ese joven. Pero con todo lo sucedido, Bill estaba impresionado e insistió en ir a las reuniones. En una de ellas “fue al altar”, pero su madre lo molió a palos y le dijo:



Prefiero verte muerto que con esos ridículos pentecostales.

Ella –en su preocupación– hasta le prohibió que leyera la Biblia, pero el muchacho en el transcurso de tres meses leyó en diecisiete ocasiones el Nuevo Testamento.


2. SU CONVERSIÓN:

Campamento de New Castle Bridge
A finales de ese año fue bautizado con el Espíritu Santo y habló en lenguas, aunque había estado orando al Señor para que lo llenara con el Espíritu Santo pero que no lo hiciera hablar en lenguas. Al poco tiempo fue bautizado por el reverendo Samuel Steeves
Rev. Samuel Steeves,
fundador de la Iglesia

en el nombre de Jesucristo, en New Castle Bridge.

Pronto Bill empezó a testificar el mensaje pentecostal a todo aquel que le daba la oportunidad de hacerlo, y dedicaba mucho tiempo a la oración. Poco después fue nombrado maestro de Escuela Dominical y llegó a ser el líder de los jóvenes en su localidad y de toda la provincia de Ontario.

En el verano de 1931, y ya trabajando como minero, fue llamado por Dios a servir en Colombia. Esto sucedió en el campamento de New Castle Bridge, en la provincia de New Brunswick. Aunque Bill le comentó del llamado de Dios al hno. Stairs, a la sazón Secretario de Misiones de la Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo en Canadá, este parece que le puso poca atención. Al fin y al cabo era un adolescente.


Aksel Verner Larsen
En 1937, William Drost se alojaba en una casa de huéspedes y trabajaba en las minas de Coal Creek. Allí Aksel Verner Larsen era su pastor, cuando este último salió para Colombia como misionero. Hacía cinco años que Bill había recibido el llamado para venir a trabajar en las misiones, pero debería esperar once años más.

Cuando Canadá se involucró en forma activa en la Segunda Guerra Mundial, Bill se enroló como voluntario, pensando que de esa manera tendría contacto con un montón de chinos a quienes podría evangelizar. Sin embargo, al estar en las filas se dio cuenta que las cosas sería un tanto diferentes


Pero estando en la provincia de Ontario con su destacamento, conoció otros soldados pentecostales que le indicaron la manera de asistir a la iglesia de Pembroke, donde al poco tiempo ya tenía una buena cantidad de amigos. Allí Dios obró un milagro de sanidad en el hospital de la localidad, a través de Bill, el cual impresionó a las personas y médicos que conocían el caso.


3. SU COMPAÑERA Y ESPOSA:

Ruth Evelyn McNeill
El ejército lo envió a la escuela de práctica en Hamilton, Ontario, donde permaneció por dos meses. Allí Dios lo usó y fue invitado a predicar en Glencoe. En ese lugar se hospedó en la casa del hno. Archie, que resultó ser el padre de Ruth Evelyn McNeill, una chica de 17 años que estudiaba en la escuela bíblica de Toronto.
Ruth y Bill se habían conocido un año atrás en un campamento, donde ella ayudaba con el canto y la guitarra. Su estadía en Glencoe le sirvió para entablar amistad con Ruth, al punto que llegaron al acuerdo de ser novios si las cosas salían bien y él podía regresar.

Cuando fue trasladado a Europa, Bill fue enviado al campo de batalla y asignado a la sección de ingenieros, cuya principal labor era construir puentes en la escena de acción y barrer con los obstáculos que impidieran el avance de su compañía.

Avanzando hacia Emmerich, el día 10 de marzo de 1945 a primera hora de la mañana, se encontraron con poderosas estructuras defensivas de los alemanes que lograron embotellar a las tropas de vanguardia.

El grupo de ingenieros debía remover el obstáculo, pero una y otra vez los soldados enviados con carga de dinamita para hacerlo volar, caían bajo las balas del enemigo. Le tocó el turno a Bill y mientras le ponían una bolsa o mochila con dinamita en la espalda, el joven Drost hizo una breve oración. Sin vacilar, salió con la cabeza en alto hablando en lenguas. Caían balas por todas partes: por delante, por detrás, y a los lados.

Bill no huyó, sino que avanzó, llegó a la roca y colocó la carga explosiva: los cielos se abrieron y se le presentó un gran mapa de Sur América. En la parte norte, el territorio de Colombia estaba ardiendo: el fuego de un gran avivamiento espiritual. Una voz suave y delicada: 

“Te he llamado para ir a Sudamérica; es allí que quiero llevarte”.  

Y por esos mismos días, Ruth Evelyn McNeill fue llamada por Dios en una Escuela Dominical para hacerse misionera en Sudamérica.

Smith Wigglesworth
Terminada la guerra Bill visitó en Inglaterra al legendario y famoso evangelista Smith Wigglesworth, que ya contaba con 86 años de edad. Smith le profetizó sobre su trabajo en Colombia y las dificultades que afrontaría, pero también le aconsejó sobre el desarrollo de su ministerio misionero.

A los 30 años de edad regresó de nuevo a Canadá y a la vida civil. Encontró que su madre había sufrido un ataque de apoplejía. Pasó unos días en Fredericton y luego fue a Thedford, Ontario, para encontrarse con Ruth, que le esperaba. Fijaron su boda para el quince de junio.

Casados, pastorearon su primera iglesia en Chatman, que era fruto de una campaña que el hno. Dudley  había tenido en ese lugar, y en la cual ellos habían colaborado. Allí nació su primer hijo, Gerald.




4. SU PRIMER VIAJE MISIONERO:

Hechos los trámites de sus documentos de viaje a Colombia se despidieron de la iglesia en Chatman el primer día de primavera de 1948, es decir, en el mes de marzo de ese año. Se disponían a viajar, pero entonces mataron a Jorge Eliécer Gaitán, lo que provocó en Colombia una ola de violencia inusitada. A tal punto llegó la revuelta, que los documentos de los Drost fueron quemados en Bogotá. Así que tuvieron que aplazar su llegada a Colombia.

La familia Drost llegó a Barranquilla y partió enseguida a Cartagena, a fin de encontrarse con Pearl Cooper, quien se encargaría de hospedarlos entre tanto que se ubicaban en forma definitiva.

Después de un viaje de cuatro horas en la tradicional “chiva”, llegó a Cartagena, donde Pearl Cooper los esperaba ansiosa. El hno. Drost era fornido, pero se veía frente a ella como un “peso ligero” frente a un “peso pesado”, hablando en términos boxísticos.

El de la Izquierda el
Her. Campo Elias Bernal
En noviembre de 1948 la señorita Cooper realizó la primera convención en Luruaco. Allí estuvieron Campo Elías y también María Duque. En esa confraternidad, 26 creyentes recibieron el Espíritu Santo. Allí Campo Elías se conoció con el hno. Drost, y le preguntó qué pensaba hacer, y él le dijo: “por ahora predicar aquí en la costa, en Cartagena”.

En Cartagena, los Drost completaban casi un año de trabajo en Colombia, pero Perla Cooper actuaba “como un sargento”. No permitía que Bill predicara, y sólo le tenía como su chofer, aunque a Ruth la trataba con mayor confianza. Además Bill no lograba manejar bien el idioma y por último enfermó de malaria.

Escribió una carta a la misión pidiendo que lo regresaran y se comprometía a pagarles hasta el último centavo que hubieran invertido en su viaje a Colombia. Y se fue a enviar la carta.

"Haz las maletas querida, que nos vamos a casa, le dijo a Ruth al salir para la oficina de correos"


Su esposa se quedó orando por esta decisión, pero él en vez de ir a la oficina postal, se fue para la playa, donde acostumbraba a ir a orar. Se arrojó en la arena y oró por mucho tiempo. Ya más tranquilo, regresó a casa.


Me parece que ya no nos vamos al Canadá. He hecho pedazos la carta que iba a enviar. Jesús nos va a ayudar; le explicó a Ruth. Esta se alivió al ver cómo la crisis de su esposo se había superado.

En 1949 Aksel Verner Larsen inauguró el templo de Barranquilla. Hasta hace algunos pocos años, una inscripción hecha sobre el piso de cemento, en forma ordinaria, daba fe sobre este hecho.

A esa inauguración fue invitado como predicador principal, el Hno. Campo Elías Bernal. Tuvo tres intervenciones.

Campo Elías aprovechó su viaje para informar al hno. Larsen que el misionero Johnston estaba muy enfermo, grave, reducido a cama. Así mismo, el misionero Drost se encontró con Campo Elías, casi un año después de haberse conocido.

¿Usted cómo sigue?, le preguntó Campo Elías a Bill.

Yo creo que me equivoqué, dijo Bill.

¿Cómo así?, preguntó sorprendido Campo Elías.

Yo tuve una gran equivocación de venir a Colombia. He hecho todo lo que debo hacer, y no he ganado a nadie. Lo que hago es comer y dormir. Salgo a testificar y no he ganado a nadie. No he hecho nada. Me volveré a Canadá.

¿No será que usted está equivocado, no de país, sino de lugar?, preguntó el joven Bernal.

¿Qué quiere usted decir?, repuso Bill.

Entonces Campo le explicó que él debería irse al Valle del Cauca, ya que estaba convencido del avivamiento que vendría sobre el Valle. De cómo el hno. Johnston había visto el occidente colombiano envuelto en llamas, y lo había interpretado como un avivamiento, pero él no era quien tenía que hacerlo. Por eso estaba el hno. Campo con él, pero era sólo un muchacho y no tenía respaldo económico. Así que lo invitó a que se fuera al Valle del Cauca.

Después de la charla y de hacer alguna broma, Bill Drost prometió que estaría en dos semanas en el aeropuerto de Cali, que lo fuera a esperar.

Apenas se enteraron de los problemas de salud de Sanford en Cali; en Canadá urgieron a Bill para que se trasladara a esa ciudad. Así que William Drost viajó a Cali, donde efectivamente lo esperaba Campo Elías Bernal, según lo convenido.

Y ahí estaba el mismo soldado llamado por Dios –durante la Segunda Guerra Mundial– diciéndole en el aeropuerto Palmaseca a su joven amigo:


Tan pronto como yo puse mis pies en este suelo, sentí la unción del Espíritu Santo.

¿No ve que este lugar es suyo? Este es el lugar donde usted debe estar, porque el hermano no durará mucho, y yo no puedo estar acá. Usted tiene que terminar acá, respondió Campo Elías.

Había llegado para quedarse un tiempo en esa zona.

La enfermedad de Sanford era de varios años; desde su época de minero sufría de silicosis. Requería atención día y noche, pero en Cali no había quien lo tratara, aunque fuera para aliviarlo un poco. Era algo más que un esqueleto cubierto de piel.

Sanford no desmayaba en oración por las almas: “Señor danos almas en este valle y en las montañas; mueve las gentes y danos almas”. Lo hacía como pudiese: arrodillado, acostado, sentado en su silla toda la noche.

Fue terrible lo que se presentó a los ojos de Bill:

“Echado en cama en su humilde hogar de dos habitaciones… en el cuarto más espacioso que había sido usado como capilla, había unos bancos de madera, construidos por Sanford con los últimos restos de sus fuerzas. La otra habitación, en la que ahora estaba echado era utilizada como cocina y como dormitorio, funciones que quedaban divididas por una cortina”. 

Pero es todo un monumento a la esperanza y fe en Cristo, lo que Sanford exclamó cuando vio a su viejo amigo. Levantó su mano derecha en adoración, exclamando: 

¡Gracias a Dios han llegado los refuerzos! Mira estos campos. Están blancos para la siega, tú debes tomar mi lugar. 

Esa misma tarde, Bill Drost dio muestras de su llamamiento a la obra misionera. Después de saludar al hno. Johnston, salió a dar una caminata y a orar, y mientras caminaba llegó a una cueva abierta. Era una mina de carbón. Se metió en ella hasta el fondo, donde encontró a varios hombres trabajando. Empezó a testificarles de Dios. Entre ellos estaba Eduardo García. Él y otros compañeros de trabajo llegaron más tarde a los pies de Jesús. Después, Eduardo García sería pastor en la ciudad de Cali.

Cuando llegó de su recorrido –eran cerca de las 9:30 de la noche– por las afueras. Bill estaba feliz. ¡Había tenido la oportunidad que había querido!

Campo lo vio y le dijo un tanto molesto:

Hno. Drost, yo estaba preocupado.

¿Y por qué?, preguntó Bill.

Vea la hora y estamos en plena violencia. Yo pensé que le había pasado algo malo, o que se había perdido de la dirección.

Hno. Campo, a usted se le olvida que soy veterano de la Segunda Guerra Mundial. No me sucedió nada el desembarco de Normandía, ni me perdí en Berlín… y… me voy a perder en un pueblo de estos.

El hno. Larsen viajó de inmediato a Cali, ante las noticias que le dio el hno. Drost. Y tres días más tarde, el 25 de septiembre de 1949, Sanford Johnston partía con el Señor.

Tomando de la mano a William Drost, quien era a la sazón un joven de 34 años, ya agonizante le dijo:

“No olvide la visión. Creo que esta es una carga que caerá sobre usted. Dios va a usarle. Usted es joven y lleno de vida; tiene el mensaje, su vida es movida por el Espíritu de Dios. Puedo dejar esto en su mano y estar tranquilo… Prométame hno. Drost que cuando usted se vaya de Cali por largo o corto tiempo, prométame que el que viene de pastor para acá sea el hno. Campo”. 

Sus últimas palabras fueron:

“Alabemos al Señor Jesús”. Y los presentes le oyeron decir: Yo muero, pero Dios seguramente los visitará”. 

Los hnos. Larsen y Drost se encargaron del sepelio, el cual se realizó en el Cementerio Civil de Cali. Su epitafio decía
A la Derecha su Esposa y
a la Izquierda Sanford Johnston



SANFORD WILLIAM JOHNSTON 1887-1949, EL PRIMER MISIONERO PENTECOSTAL UNIDO PARA EL VALLE. “YO MUERO PERO EL SEÑOR SEGURAMENTE LES VISITARÁ. UN GRAN SOLDADO HACE FALTA EN NUESTRAS FILAS”.

Después de sepultar a Sanford, el hno. Larsen regresó a Barranquilla y Drost se fue al cerro tutelar de la ciudad, “el de las tres cruces”. Bill volvió a ver la visión que había tenido en Alemania. Ahora estaba seguro de que el Valle del Cauca era su desafío misionero. Treinta años después a Campo Elías Bernal le correspondió tramitar el retiro de los huesos de Sanford Johnston de la tumba, para llevarlos a un osario.




En el año de 1950, ya el hno. Drost se había trasladado a Cali con su familia y había conseguido un lugar más cómodo para predicar, donde cabían unas cien personas. Fue allí donde nacieron sus dos hijos mellizos Thomas Wynn y Timothy Wayne. Había presión y persecución, al punto que en ocasiones eran atacados por grupos que superaban las 200 personas, pero los Drost esperaban que todo cambiaría.


Familia Drost Thomas Wynn, Ruth, Gerald, William y Timothy Wayne
La violencia política fue feroz en el Valle durante esta época. La gente fue desplazándose a Cali desde las zonas montañosas, refugiándose de los “chusmeros”, “pájaros”, y otras bandas de asesinos contratadas por el gobierno conservador para aniquilar a los liberales, los cuales conformaban el 60 por ciento de la población total.

Los refugiados de las montañas vinieron a los servicios pentecostales. La mayoría de ellos eran liberales, y algunos habían conocido algo del protestantismo antes. Ellos no podían entender la predicación porque el español del hermano Drost era malo, pero él tocaba el acordeón, cantando, y mostrándoles dónde leer la Biblia, especialmente el libro de los Hechos, que describe la primera experiencia pentecostal. Y él los guiaba en la oración para que recibieran el bautismo del Espíritu Santo y hablaran en lenguas.

Los nuevos creyentes, llenos con el gozo de lo que habían recibido, regresaban a las montañas a contar a sus amigos y familiares lo que había ocurrido en sus vidas.

En 1951 Belarmina comentó a sus hijos acerca de una nueva iglesia en Cali, en el barrio de la Bretaña, una iglesia que tenía un mensaje de poder, que ella había experimentado cuando la visitó. Su familia fue a ver por sí misma, y encontraron el mensaje tan precioso que lo pudieron entender a pesar del defectuoso español del hermano Drost. Esa noche descubrieron lo que estaban buscando cuando aceptaron la doctrina pentecostal de la unicidad. Allí pasaron la noche en oración.

William Drost tenía una ideología de trabajo misionero que difería del clásico modelo colonial de establecimiento misionero compuesto de una junta o cuerpo administrativo seguido por pastores nacionales fieles y subordinados a ella. Él sintió que debía tratar a los colombianos como compañeros tanto en el aspecto espiritual como en el administrativo. Durante 1951 el hermano Drost había bautizado cerca de 500 nuevos creyentes en el Valle

En Cali, por el año de 1952, la iglesia estaba en un avivamiento grande; se congregaban en la casa donde vivían los misioneros Drost. La hna. Ruth Drost, al ver tantas mujeres, comenzó a hacer reuniones de mujeres los lunes a las 3:00 de la tarde y se comunicó con la esposa del misionero Larsen en Barranquilla, la cual también comenzó a trabajar con las mujeres de su iglesia.

Las reuniones de damas tomaron fuerza pero aún no había una organización, cada iglesia trabajaba de forma independiente. La idea de llamarse Dorcas fue de la hna. Ruth que tomó como punto de referencia aquella mujer que registra el libro de los Hechos (Hch. 9:36-43), la cual se llamaba Dorcas y que se caracterizaba por ser una mujer que abundaba en buenas obras.

Gabriela de Bernal recuerda:

“En Cali la hna. Ruth tenía buenas ideas. Allá fue donde comenzó el nombre de Dorcas. Ellas hicieron un trabajo de visitación y auxilios, atendiendo a las mujeres que estaban en cinta y luego en su parto: una labor muy bonita. Lo mismo en Barranquilla; porque eso fue más en Cali y en Barranquilla, que en Bucaramanga”. 

En 1953 los hermanos Drost salieron para Canadá en sus vacaciones, dejando a Sallie Lemmons y Campo Elías Bernal a cargo de la obra en la región occidental de Colombia. Por ese tiempo había 140 hermanos en la iglesia de Cali. La iglesia en Palmira tenía cerca de 50, y Alberto Clavijo fue enviado como pastor allí. Uno de los primeros convertidos en Palmira, Gracielo Parra, había esperado recibir aquella iglesia para que la pastorease. Cuando el hermano Alberto fue posesionado allí, Parra se separó de la Iglesia Pentecostal Unida, formando la Iglesia Pentecostal Libre. La doctrina de la nueva iglesia era prácticamente la misma, pero hacía mucho énfasis en la revelación a través de sueños.

Los hermanos Drost salieron de Colombia en 1959 para ir a Uruguay, dejando 25 iglesias establecidas en el departamento del Valle. Los hermanos Morley vinieron de Pereira para ayudar en la región y supervisar con el hermano Jesús Cardozo la construcción del “Tabernáculo” en Palmira. 


5. SEGUNDO VIAJE MISIONERO:

El misionero William Drost comenzó la obra en Perú, y para el año de 1963, la iglesia colombiana fue a colaborar por medio de Judith Agredo y Wilson Gómez. La Verne Larsen e Isabel Torres también fueron a ese país en 1966. También se colaboró económicamente con ofrendas colectadas en las convenciones.

 Mark Vahi, Domingo Zúñiga, Wynn Drost, William Drost, Álvaro Torres
Acerca del trabajo misionero en Perú la hna. Isabel Torres recuerda:

Cuando llegamos ya existía una obra en Charra Ríos y allí trabajamos con la familia Drost y la familia Weins, Judith Agredo y Wilson Gómez. Judith, La Verne y yo, trabajábamos desde las 10:00 de la mañana hasta las 10:00 de la noche cada día. El Señor nos permitió trabajar en Ermitaño y comenzamos obra en Collique y Progreso. En ese mismo tiempo se iniciaron en la obra de Dios, Gerald Wynn Drost. Gerald se aplicó mucho en la música y Wynn amaba las almas. Él tocaba su trompeta y desde que entrábamos a Collique, hacía como el flautista de Hamelin. Mientras tocaba “Firmes y Adelante”, por ejemplo, los niños lo seguían y llegábamos al cerro en donde enseñábamos la palabra y hacíamos obra social.

Tuvimos momentos muy bellos. Wynn con su poquito dinero se compraba una latita pequeña de leche condensada y un pan peruano y con eso se contentaba hasta que terminábamos nuestro trabajo. No lo puedo olvidar. Era un muchacho que amaba la obra de Dios hasta hoy. Wayne era un verdadero amigo y tenía un corazón muy sensible a las necesidades de las gentes. Trabajaba en lo que se le presentaba. Gerald también trabajaba. Los muchachos trabajaban cuando tenían oportunidad. Verner era pequeño; era un niño muy especial. Le gustaban las experiencias químicas; mezclaba aguas de diferentes colores y nos las presentaba como un nuevo invento.

Judith Agredo, después de Rivera, era una alhaja. Ella ya trabajaba en Perú antes de que nosotras llegásemos. Fue una de las pioneras con los Drost, y miembro de una de las iglesias de Cali, Valle, Colombia. La hna. Ruth era valiente; siempre rodeada de cinco hombres…. Haber trabajado cerca del hno.William Drost me dio otra manera de ver el trabajo del Señor. Aprendí varias cosas de él; sobre todo de su manera descomplicada y simple. Era un hombre que practicaba los dones del Espíritu y enseñaba muy bien las cartas a los Corintios.  

Los Drost salieron y la Misión Internacional, con el hno. Oscar Vouga, encargado de misiones, nos pidió que nos quedásemos en Perú porque el hno. Weins no dominaba el castellano. Tiempo después el hno. Drost nos visitó, quien llevaba a cabo una gira por América del Sur con propuesta de supervisar unas obras allí; pero él tenía en su corazón la gira y la visión que tuvo de España. En el culto de la noche él habló de Valencia, España. Yo amo mucho las cosas del Espíritu, pero pienso en la lógica también. Entonces yo me dije: para qué habló este señor de Valencia, España, si la mayoría de personas que están presentes, no saben nada de España. Todos eran indígenas. Cuando el culto terminó, La Verne oraba de rodillas y lloraba mucho. Bueno, esas eran cosas personales. Yo no tenía que entenderlas.

Al día siguiente el hno. Drost vino a visitarnos y conversando le dije: yo estoy lista para ir a España. Dios me ha hablado. De inmediato La Verne dijo: a mí también. Yo no quería ir, pero anoche después que usted habló hno. Drost, Dios me mostró: “Quién sabe si para esta hora te he llamado al reino”. Y contesté: “Yo voy, y si perezco, que perezca”. (Eso ocurrió así. Ella salió de España encinta de Keyla y cuando llegó a Colombia, después del nacimiento del bebé, se enfermó hasta partir con el Señor).

El hno. Drost nos miró y dio gracias al Señor. Cuando terminamos de hablar, La Verne dijo: yo también iré. A esto, el hno. Drost explicó: “entonces vamos, porque cuando salí de Canadá para Sur América, mi esposa me dijo: yo voy a España si las chicas de Perú van también. Así que esta es la señal”. Ese hombre salió feliz”. 

El hno. William Drost viajó a la ciudad de Málaga, España, en el año de 1967 para abrir obra en esa ciudad y abrir brecha en ese país. En 1968 fueron enviados Álvaro Torres y La Verne Larsen junto con su hermana Isabel Torres para reforzar el trabajo que había iniciado la familia Drost. La hija del hno. Larsen se había casado con un creyente colombiano, el hno. Álvaro Torres, y junto con los hermanos Drost y otra pareja colombiana, Noel Ospina y Ana Mora, fueron los primeros misioneros latinoamericanos en ir a España, sostenidos conjuntamente por la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia y la de Canadá. 

Familia Drost: Gerald, Ruth, William, Wynn, Wayne, Verner
Los misioneros estaban distribuidos en las siguientes ciudades como se describe a continuación:
  • William Drost: Málaga
  • Álvaro Torres: Valencia
  • Noel Ospina: Barcelona
  • Thomas Wynn Drost: Madrid
  • Timothy Wayne Drost: Zaragoza 
Acerca del trabajo misionero en España la hna. Isabel Torres recuerda:

«Con la decisión del hno. Drost y su partida, que fue inmediata, porque él tenía confirmación profética sobre el campo, se vio la necesidad de obreros. En cuanto a mi hermano (Álvaro Torres), había decidido partir con La Verne Larsen. Mi puerta se abrió y fue así como salí bajo una alianza colombo-canadiense. Instrumentos de Dios usados en ese momento para mi salida al gran campo.

El momento de partida a España llegó; y salimos de Lisboa a Madrid… Mi oración fue: Señor, permite que de este país y de esta ciudad salga un pueblo que te reciba en las nubes cuando vengas por tu pueblo.

Llegamos a Málaga muy cansados. Fuimos recibidos por la familia Drost. Ya Gerald estaba casado con Dawn (Aurora) Bristow. La hna. Ruth estaba contenta. Los mellizos Wynn y Wayne ayudaban en la evangelización de jóvenes… Verner era jovencito, pero muy especial. Amaba al Señor desde pequeño y era el favorito del hno. Drost, junto con Wayne. De Wayne decía que tenía su mismo carácter y de Verner que iba a ser el mejor porque había estado más cerca de él. Yo reía cuando le escuchaba; de Gerald decía que era el consentido de mamá y de Wynn, decía, tenía el mismo carácter de su madre.

Yo quedé viviendo en la casa de los hnos. Drost y Álvaro y Gerald vivían en sus apartamentos. Con la hna. Ruth Drost ya había vivido en Perú, así que nos conocíamos bien. Llegué joven a Málaga. Los Drost, Álvaro, La Verne y los jóvenes deban entusiasmo y ambiente muy bonito al grupito. Los jóvenes participaban con amor y entusiasmo en todo lo que se hiciera para el Señor. Había bonitas voces en el grupo. Álvaro era una bendición en la predicación y el hno. Drost con su esposa con la experiencia.

Wayne me cogía la loción para el cabello, y un día me asustó con una pequeña culebra, y ¡qué horror!; me escondí en la sala de baño por un buen rato, hasta que su madre llegó del mercado. Él pasó luchas fuertes como joven. Era atractivo, cantaba, tocaba el saxo y la guitarra; pintaba, pero el Señor lo ayudó y salió adelante. Tenía el carácter de su padre. Él se colocaba en la puerta del local para invitar a la gente, y claro, con su personalidad, muchas chicas entraban a las reuniones. Wayne era un loco amable y sincero; estoy segura que no fue entendido porque tenía un gran potencial.

El último país que el hno. Drost tuvo en el corazón fue Marruecos. Él iba y hacía contactos evangelísticos.

Se abrió un local en Vallecas (Madrid) y recuerdo algunas anécdotas. Las reuniones las hacíamos en esta forma: Wynn se colocaba en la puerta y Gerald y yo estábamos listos para dirigir y para predicar. Wynn miraba si se veía un par de zapatos y cuando los veía, abría la puerta y saludaba amablemente. Ya yo estaba dirigiendo un canto; si la persona entraba, yo pasaba a Gerald, y él venía con su mensaje corto. A veces la persona resistía y otras veces salía enseguida. Nosotros orábamos y Wynn continuaba en su tarea. Así sucesivamente hasta que entraban unas cuantas personas. La predicación y el amor a las almas nos hacen actuar en una forma que algunas veces nos parece locura.

No fue fácil en Madrid; hubo discordia con el hno. Wynn. Wanda, su esposa, era muy especial y amaba las almas; ella fue una esposa hecha para un servidor de Dios. Era sana y llena de amor. Yo la había conocido en Canadá, tanto a ella como su familia.

El hno. Drost era un hombre muy particular y tenía una forma de trabajar que muchos no comprendían. A veces iba en su coche y el Señor lo hacía parar para hablar a las almas. En esa forma contactaba hombres y mujeres, ancianos y jóvenes.

Una vez entró en contacto con un grupo bien raro, llamados “los niños de Dios”. Eran muy particulares, y andaban por todas partes. Recuerdo lo sucedido un día que vinieron a comer a la casa. Como muchas veces ocurría, el hno. Drost llamó casi a la hora del almuerzo y los trajo a comer. En esos casos, nosotros poníamos sobre la mesa lo que había.

En esta ocasión, Verner, su hijo menor, tenía unas pocas pesetas que había ahorrado, y cuando fui al mercado a comprar, me dijo: Isabel, voy contigo para comprar un poco de carne porque me voy a hacer unas hamburguesas. Fuimos, y yo tenía pena porque su dinero solo alcanzaba para comprar la carne más barata y parecía carne para perros, pero la compró y estaba feliz de hacer sus hamburguesas.

Verner estaba orgulloso de presentar sus hamburguesas, que yo no las comí, y su padre, viendo la inocencia de su hijo, me miraba con sus ojos, que a veces parecían de niño. Pero Verner, todo orgulloso, puso el plato sobre la mesa y creo que sólo comió una, porque los jóvenes que estaban presentes quizá no habían comido una hamburguesa por un buen rato y decían que estaban muy  buenas. Verner estaba feliz y se le fueron todas sus pesetas ahorradas, pero con satisfacción de ver que los muchachos comían con mucho gusto.

Después de haberlos conocido, los jóvenes decidieron ir a Marruecos para compartir el evangelio; ellos eran americanos. Se pusieron a compartir el evangelio en la playa y los pusieron en prisión por esto. Ellos no conocían a nadie y dieron el nombre del hno. Drost en Málaga como referencia. El hno. Drost quería ir a socorrerlos, pero no tenía una aprobación de Dios. Esa noche presentó al Señor una señal: “Señor, si tú quieres que yo vaya a Tánger a ayudar a esos muchachos, te pido una señal en dinero”.

Se fue después del culto al correo para ver si había llegado algo. Antes vivíamos así. No había depósitos en los bancos para los misioneros, pero el Señor usaba a la gente y enviaban. La hna. Ruth no estaba muy de acuerdo que hiciera ese viaje porque hablaban un poco en la sala y el hno. Drost tenía que irse temprano, si iba. Yo no sabía nada. Cuando fui a orar para acostarme, el Señor me dijo: da lo que tienes en dólares al hno. Drost. Yo creí que era cuestión personal. Porque lo que yo tenía eran 10 dólares. Y seguí orando; el Señor volvía a decirme la misma cosa. Yo continué orando, y le dije: ¿Señor, que va a hacer él con ese dinero? Eso no alcanza ni para dar un sándwich a cada uno de esos jóvenes. Pero le pregunté a la hna. Ruth en dónde estaba el hno. Drost. Ella contestó: en el dormitorio orando. Se quiere ir a Marruecos mañana en la mañana. Entonces le dije a la hna. Ruth que quería hablar con él. Ya era tarde. Ella lo llamó. Él salió y le dije: hermano, el Señor me dice que le dé estos 10 dólares y esto casi no le sirve de nada. Entonces me respondió: eso no es lo importante; yo pedí a Dios la señal en dinero para ir a Marruecos y eso es suficiente. Es mi señal. No me ha venido dinero de ninguna parte.

Se fue; el día siguiente fue a la prisión que quedaba frente a la playa de Tánger y ahí estaban los jóvenes con un grupo como de 80 personas escuchando; pero eso no fue todo. Cuando el hermano se fue a abogar por los jóvenes, para desagraviarlo le ofrecieron una cena con autoridades altas de Tánger y pudo testificarles a todos ellos. Eso fue grabado. Hoy la iglesia de España ayuda con su dinero a una misión en Marruecos.

Hubo altercado entre los misioneros y yo no pude resistir esto. Había algunos puntos doctrinales en los que no concordábamos, y hubo espíritu de críticas. Yo tenía mi llamamiento por la obra en España, pero decidí regresar a Colombia y servir allí. Creo que para hacer algo para la eternidad, hay que estar en paz los unos con los otros. Pablo también tuvo que separarse algunas veces de sus compañeros». 

Familia Drost hoy en día:

Hna. Ruth con sus cuatro hijos Wynn, Gerald, Verner y Wayne

 Hna. Ruth con sus dos hijos mellizos Timothy Wayne y Thomas Wynn

Hna. Ruth con su hijo menor Verner Drost, quien es pastor de la Iglesia “SmytheStreet Cathedral”

La hna. Ruth Drost de 88 años
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