Por Jorge Isaac Manzano
Profesor de Historia de la Iglesia
La mayor parte de la información contenida en el presente artículo, fue
extraída de la obra Una Historia Que no Termina, Volúmenes 1 y 2, © Iglesia
Pentecostal Unida de Colombia.
1. EL NACIMIENTO:
William Ford Drost nació en la provincia de New Brunswick, en Canadá, el 1 de
mayo de 1915. Sus padres practicaban las creencias de los “Predicadores
Itinerantes”. Estos se reunían sólo en casas, pues condenaban los edificios
dedicados a iglesias.
William Ford Drost |
Uno de sus amigos más cercanos fue impactado por el poder de Dios, pero
su madre al enterarse, le prohibió acercarse a ese joven. Pero con todo lo
sucedido, Bill estaba impresionado e insistió en ir a las reuniones. En una de
ellas “fue al altar”, pero su madre lo molió a palos y le dijo:
Prefiero verte muerto que con esos ridículos pentecostales.
Ella –en su preocupación– hasta le prohibió que leyera la Biblia, pero
el muchacho en el transcurso de tres meses leyó en diecisiete ocasiones el
Nuevo Testamento.
2. SU CONVERSIÓN:
Campamento de New Castle Bridge |
A finales de ese año fue bautizado con el Espíritu Santo y habló en
lenguas, aunque había estado orando al Señor para que lo llenara con el
Espíritu Santo pero que no lo hiciera hablar en lenguas. Al poco tiempo fue
bautizado por el reverendo Samuel Steeves
Rev. Samuel Steeves, fundador de la Iglesia |
en el nombre de Jesucristo, en New Castle
Bridge.
Pronto Bill empezó a testificar el mensaje pentecostal a todo aquel que
le daba la oportunidad de hacerlo, y dedicaba mucho tiempo a la oración. Poco
después fue nombrado maestro de Escuela Dominical y llegó a ser el líder de los
jóvenes en su localidad y de toda la provincia de Ontario.
En el verano de 1931, y ya trabajando como minero, fue llamado por Dios
a servir en Colombia. Esto sucedió en el campamento de New Castle Bridge, en la
provincia de New Brunswick. Aunque Bill le comentó del llamado de Dios al hno.
Stairs, a la sazón Secretario de Misiones de la Iglesia Pentecostal del
Evangelio Completo en Canadá, este parece que le puso poca atención. Al fin y
al cabo era un adolescente.
Aksel Verner Larsen |
En 1937, William Drost se alojaba en una casa de huéspedes y trabajaba
en las minas de Coal Creek. Allí Aksel Verner Larsen era su pastor, cuando este
último salió para Colombia como misionero. Hacía cinco años que Bill había
recibido el llamado para venir a trabajar en las misiones, pero debería esperar
once años más.
Cuando Canadá se involucró en forma activa en la Segunda Guerra Mundial,
Bill se enroló como voluntario, pensando que de esa manera tendría contacto con
un montón de chinos a quienes podría evangelizar. Sin embargo, al estar en las
filas se dio cuenta que las cosas sería un tanto diferentes
Pero estando en la provincia de Ontario con su destacamento, conoció otros soldados pentecostales que le indicaron la manera de asistir a la iglesia de Pembroke, donde al poco tiempo ya tenía una buena cantidad de amigos. Allí Dios obró un milagro de sanidad en el hospital de la localidad, a través de Bill, el cual impresionó a las personas y médicos que conocían el caso. |
3. SU COMPAÑERA Y ESPOSA:
Ruth Evelyn McNeill |
El ejército lo envió a la escuela de práctica en Hamilton, Ontario,
donde permaneció por dos meses. Allí Dios lo usó y fue invitado a predicar en
Glencoe. En ese lugar se hospedó en la casa del hno. Archie, que resultó ser el
padre de Ruth Evelyn McNeill, una chica de 17 años que estudiaba en la escuela
bíblica de Toronto.
Ruth y Bill se habían conocido un año atrás en un campamento, donde ella
ayudaba con el canto y la guitarra. Su estadía en Glencoe le sirvió para
entablar amistad con Ruth, al punto que llegaron al acuerdo de ser novios si
las cosas salían bien y él podía regresar.
Cuando fue trasladado a Europa, Bill fue enviado al campo de batalla y
asignado a la sección de ingenieros, cuya principal labor era construir puentes
en la escena de acción y barrer con los obstáculos que impidieran el avance de
su compañía.
Avanzando hacia Emmerich, el día 10 de marzo de 1945 a primera hora de
la mañana, se encontraron con poderosas estructuras defensivas de los alemanes
que lograron embotellar a las tropas de vanguardia.
El grupo de ingenieros debía remover el obstáculo, pero una y otra vez
los soldados enviados con carga de dinamita para hacerlo volar, caían bajo las
balas del enemigo. Le tocó el turno a Bill y mientras le ponían una bolsa o
mochila con dinamita en la espalda, el joven Drost hizo una breve oración. Sin
vacilar, salió con la cabeza en alto hablando en lenguas. Caían balas por todas
partes: por delante, por detrás, y a los lados.
Bill no huyó, sino que avanzó, llegó a la roca y colocó la carga
explosiva: los cielos se abrieron y se le presentó un gran mapa de Sur América.
En la parte norte, el territorio de Colombia estaba ardiendo: el fuego de un
gran avivamiento espiritual. Una voz suave y delicada:
“Te he llamado para ir a
Sudamérica; es allí que quiero llevarte”.
Y por esos mismos días, Ruth Evelyn McNeill fue llamada por Dios en una
Escuela Dominical para hacerse misionera en Sudamérica.
Smith Wigglesworth |
Terminada la guerra Bill visitó en Inglaterra al legendario y famoso
evangelista Smith Wigglesworth, que ya contaba con 86 años de edad. Smith le
profetizó sobre su trabajo en Colombia y las dificultades que afrontaría, pero
también le aconsejó sobre el desarrollo de su ministerio misionero.
A los 30 años de edad regresó de nuevo a Canadá y a la vida civil.
Encontró que su madre había sufrido un ataque de apoplejía. Pasó unos días en
Fredericton y luego fue a Thedford, Ontario, para encontrarse con Ruth, que le
esperaba. Fijaron su boda para el quince de junio.
Casados, pastorearon su primera iglesia en Chatman, que era fruto de una
campaña que el hno. Dudley había tenido en ese lugar, y en la cual
ellos habían colaborado. Allí nació su primer hijo, Gerald.
4. SU PRIMER VIAJE MISIONERO:
Hechos los trámites de sus documentos de viaje a Colombia se despidieron
de la iglesia en Chatman el primer día de primavera de 1948, es decir, en el
mes de marzo de ese año. Se disponían a viajar, pero entonces mataron a Jorge
Eliécer Gaitán, lo que provocó en Colombia una ola de violencia inusitada. A
tal punto llegó la revuelta, que los documentos de los Drost fueron quemados en
Bogotá. Así que tuvieron que aplazar su llegada a Colombia.
La familia Drost llegó a Barranquilla y partió enseguida a Cartagena, a
fin de encontrarse con Pearl Cooper, quien se encargaría de hospedarlos entre
tanto que se ubicaban en forma definitiva.
Después de un viaje de cuatro horas en la tradicional “chiva”, llegó a
Cartagena, donde Pearl Cooper los esperaba ansiosa. El hno. Drost era fornido,
pero se veía frente a ella como un “peso ligero” frente a un “peso pesado”,
hablando en términos boxísticos.
El de la Izquierda el Her. Campo Elias Bernal |
En noviembre de 1948 la señorita Cooper realizó la primera convención en
Luruaco. Allí estuvieron Campo Elías y también María Duque. En esa confraternidad,
26 creyentes recibieron el Espíritu Santo. Allí Campo Elías se conoció con el
hno. Drost, y le preguntó qué pensaba hacer, y él le dijo: “por ahora predicar
aquí en la costa, en Cartagena”.
En Cartagena, los Drost completaban casi un año de trabajo en Colombia,
pero Perla Cooper actuaba “como un sargento”. No permitía que Bill predicara, y
sólo le tenía como su chofer, aunque a Ruth la trataba con mayor confianza.
Además Bill no lograba manejar bien el idioma y por último enfermó de malaria.
Escribió una carta a la misión pidiendo que lo regresaran y se
comprometía a pagarles hasta el último centavo que hubieran invertido en su
viaje a Colombia. Y se fue a enviar la carta.
"Haz las maletas querida, que nos vamos a casa, le dijo a Ruth al salir para la
oficina de correos"
Su esposa se quedó orando por esta decisión, pero él en vez de ir a la
oficina postal, se fue para la playa, donde acostumbraba a ir a orar. Se arrojó
en la arena y oró por mucho tiempo. Ya más tranquilo, regresó a casa.
Me parece que ya no nos vamos al Canadá. He hecho pedazos la carta que iba a
enviar. Jesús nos va a ayudar; le explicó a Ruth. Esta se alivió al ver cómo la
crisis de su esposo se había superado.
En 1949 Aksel Verner Larsen inauguró el templo de Barranquilla. Hasta
hace algunos pocos años, una inscripción hecha sobre el piso de cemento, en
forma ordinaria, daba fe sobre este hecho.
A esa inauguración fue invitado como predicador principal, el Hno. Campo
Elías Bernal. Tuvo tres intervenciones.
Campo Elías aprovechó su viaje para informar al hno. Larsen que el
misionero Johnston estaba muy enfermo, grave, reducido a cama. Así mismo, el
misionero Drost se encontró con Campo Elías, casi un año después de haberse
conocido.
¿Usted cómo sigue?, le preguntó Campo Elías a Bill.
Yo creo que me equivoqué, dijo Bill.
¿Cómo así?, preguntó sorprendido Campo Elías.
Yo tuve una gran equivocación de venir a Colombia. He hecho todo lo que debo
hacer, y no he ganado a nadie. Lo que hago es comer y dormir. Salgo a
testificar y no he ganado a nadie. No he hecho nada. Me volveré a Canadá.
¿No será que usted está equivocado, no de país, sino de lugar?, preguntó el
joven Bernal.
¿Qué quiere usted decir?, repuso Bill.
Entonces Campo le explicó que él debería irse al Valle del Cauca, ya que
estaba convencido del avivamiento que vendría sobre el Valle. De cómo el hno.
Johnston había visto el occidente colombiano envuelto en llamas, y lo había
interpretado como un avivamiento, pero él no era quien tenía que hacerlo. Por
eso estaba el hno. Campo con él, pero era sólo un muchacho y no tenía respaldo
económico. Así que lo invitó a que se fuera al Valle del Cauca.
Después de la charla y de hacer alguna broma, Bill Drost prometió que
estaría en dos semanas en el aeropuerto de Cali, que lo fuera a esperar.
Apenas se enteraron de los problemas de salud de Sanford en Cali; en
Canadá urgieron a Bill para que se trasladara a esa ciudad. Así que William
Drost viajó a Cali, donde efectivamente lo esperaba Campo Elías Bernal, según
lo convenido.
Y ahí estaba el mismo soldado llamado por Dios –durante la Segunda
Guerra Mundial– diciéndole en el aeropuerto Palmaseca a su joven amigo:
Tan pronto como yo puse mis pies en este suelo, sentí la unción del Espíritu
Santo.
¿No ve que este lugar es suyo? Este es el lugar donde usted debe estar, porque
el hermano no durará mucho, y yo no puedo estar acá. Usted tiene que terminar
acá, respondió Campo Elías.
Había llegado para quedarse un tiempo en esa zona.
La enfermedad de Sanford era de varios años; desde su época de minero
sufría de silicosis. Requería atención día y noche, pero en Cali no había
quien lo tratara, aunque fuera para aliviarlo un poco. Era algo más que un
esqueleto cubierto de piel.
Sanford no desmayaba en oración por las almas: “Señor danos almas en
este valle y en las montañas; mueve las gentes y danos almas”. Lo hacía como
pudiese: arrodillado, acostado, sentado en su silla toda la noche.
Fue terrible lo que se presentó a los ojos de Bill:
“Echado en cama en su humilde hogar de dos
habitaciones… en el cuarto más espacioso que había sido usado como capilla,
había unos bancos de madera, construidos por Sanford con los últimos restos de
sus fuerzas. La otra habitación, en la que ahora estaba echado era utilizada
como cocina y como dormitorio, funciones que quedaban divididas por una
cortina”.
Pero es todo un monumento a la esperanza y fe en Cristo, lo que Sanford
exclamó cuando vio a su viejo amigo. Levantó su mano derecha en adoración, exclamando:
¡Gracias a Dios han llegado los refuerzos! Mira estos campos. Están blancos
para la siega, tú debes tomar mi lugar.
Esa misma tarde, Bill Drost dio muestras de su llamamiento a la obra
misionera. Después de saludar al hno. Johnston, salió a dar una caminata y a
orar, y mientras caminaba llegó a una cueva abierta. Era una mina de carbón. Se
metió en ella hasta el fondo, donde encontró a varios hombres trabajando.
Empezó a testificarles de Dios. Entre ellos estaba Eduardo García. Él y otros compañeros
de trabajo llegaron más tarde a los pies de Jesús. Después, Eduardo García
sería pastor en la ciudad de Cali.
Cuando llegó de su recorrido –eran cerca de las 9:30 de la noche– por
las afueras. Bill estaba feliz. ¡Había tenido la oportunidad que había querido!
Campo lo vio y le dijo un tanto molesto:
Hno. Drost, yo estaba preocupado.
¿Y por qué?, preguntó Bill.
Vea la hora y estamos en plena violencia. Yo pensé que le había pasado algo
malo, o que se había perdido de la dirección.
Hno. Campo, a usted se le olvida que soy veterano de la Segunda Guerra Mundial.
No me sucedió nada el desembarco de Normandía, ni me perdí en Berlín… y…
me voy a perder en un pueblo de estos.
El hno. Larsen viajó de inmediato a Cali, ante las noticias que le dio
el hno. Drost. Y tres días más tarde, el 25 de septiembre de 1949, Sanford
Johnston partía con el Señor.
Tomando de la mano a William Drost, quien era a la sazón un joven de 34
años, ya agonizante le dijo:
“No olvide la visión. Creo que esta es una carga
que caerá sobre usted. Dios va a usarle. Usted es joven y lleno de vida; tiene
el mensaje, su vida es movida por el Espíritu de Dios. Puedo dejar esto en su
mano y estar tranquilo… Prométame hno. Drost que cuando usted se vaya de
Cali por largo o corto tiempo, prométame que el que viene de pastor para acá
sea el hno. Campo”.
Sus últimas palabras fueron:
“Alabemos al Señor Jesús”. Y los
presentes le oyeron decir: Yo muero, pero Dios seguramente los visitará”.
Los hnos. Larsen y Drost se encargaron del sepelio, el cual se realizó
en el Cementerio Civil de Cali. Su epitafio decía:
A la Derecha su Esposa y a la Izquierda Sanford Johnston |
SANFORD WILLIAM JOHNSTON
1887-1949, EL PRIMER MISIONERO PENTECOSTAL UNIDO PARA EL VALLE. “YO MUERO PERO
EL SEÑOR SEGURAMENTE LES VISITARÁ. UN GRAN SOLDADO HACE FALTA EN NUESTRAS
FILAS”.
Después de sepultar a Sanford, el hno. Larsen regresó a Barranquilla y
Drost se fue al cerro tutelar de la ciudad, “el de las tres cruces”. Bill
volvió a ver la visión que había tenido en Alemania. Ahora estaba seguro de que
el Valle del Cauca era su desafío misionero. Treinta años después a Campo Elías
Bernal le correspondió tramitar el retiro de los huesos de Sanford Johnston de
la tumba, para llevarlos a un osario.
En el año de 1950, ya el hno. Drost se había trasladado a Cali con su familia y
había conseguido un lugar más cómodo para predicar, donde cabían unas cien
personas. Fue allí donde nacieron sus dos hijos mellizos Thomas Wynn y
Timothy Wayne. Había presión y persecución, al punto que en ocasiones
eran atacados por grupos que superaban las 200 personas, pero los Drost
esperaban que todo cambiaría.
Familia Drost Thomas Wynn, Ruth, Gerald, William y Timothy Wayne |
La violencia política fue feroz en el Valle durante esta época. La gente
fue desplazándose a Cali desde las zonas montañosas, refugiándose de los
“chusmeros”, “pájaros”, y otras bandas de asesinos contratadas por el gobierno
conservador para aniquilar a los liberales, los cuales conformaban el 60 por
ciento de la población total.
Los refugiados de las montañas vinieron a los servicios pentecostales.
La mayoría de ellos eran liberales, y algunos habían conocido algo del
protestantismo antes. Ellos no podían entender la predicación porque el español
del hermano Drost era malo, pero él tocaba el acordeón, cantando, y
mostrándoles dónde leer la Biblia, especialmente el libro de los Hechos, que
describe la primera experiencia pentecostal. Y él los guiaba en la oración para
que recibieran el bautismo del Espíritu Santo y hablaran en lenguas.
Los nuevos creyentes, llenos con el gozo de lo que habían recibido,
regresaban a las montañas a contar a sus amigos y familiares lo que había
ocurrido en sus vidas.
En 1951 Belarmina comentó a sus hijos acerca de una nueva iglesia en
Cali, en el barrio de la Bretaña, una iglesia que tenía un mensaje de poder,
que ella había experimentado cuando la visitó. Su familia fue a ver por sí
misma, y encontraron el mensaje tan precioso que lo pudieron entender a pesar
del defectuoso español del hermano Drost. Esa noche descubrieron lo que estaban
buscando cuando aceptaron la doctrina pentecostal de la unicidad. Allí pasaron
la noche en oración.
William Drost tenía una ideología de trabajo misionero que difería del
clásico modelo colonial de establecimiento misionero compuesto de una junta o
cuerpo administrativo seguido por pastores nacionales fieles y subordinados a
ella. Él sintió que debía tratar a los colombianos como compañeros tanto en el
aspecto espiritual como en el administrativo. Durante 1951 el hermano Drost
había bautizado cerca de 500 nuevos creyentes en el Valle.
En Cali, por el año de 1952, la iglesia estaba en un avivamiento grande;
se congregaban en la casa donde vivían los misioneros Drost. La hna. Ruth
Drost, al ver tantas mujeres, comenzó a hacer reuniones de mujeres los lunes a
las 3:00 de la tarde y se comunicó con la esposa del misionero Larsen en
Barranquilla, la cual también comenzó a trabajar con las mujeres de su iglesia.
Las reuniones de damas tomaron fuerza pero aún no había una
organización, cada iglesia trabajaba de forma independiente. La idea de
llamarse Dorcas fue de la hna. Ruth que tomó como punto de referencia aquella
mujer que registra el libro de los Hechos (Hch. 9:36-43), la cual se llamaba
Dorcas y que se caracterizaba por ser una mujer que abundaba en buenas obras.
Gabriela de Bernal recuerda:
“En Cali la hna. Ruth tenía buenas ideas. Allá fue
donde comenzó el nombre de Dorcas. Ellas hicieron un trabajo de visitación y
auxilios, atendiendo a las mujeres que estaban en cinta y luego en su parto:
una labor muy bonita. Lo mismo en Barranquilla; porque eso fue más en Cali y en
Barranquilla, que en Bucaramanga”.
En 1953 los hermanos Drost salieron para Canadá en sus vacaciones,
dejando a Sallie Lemmons y Campo Elías Bernal a cargo de la obra en la región
occidental de Colombia. Por ese tiempo había 140 hermanos en la iglesia de
Cali. La iglesia en Palmira tenía cerca de 50, y Alberto Clavijo fue enviado
como pastor allí. Uno de los primeros convertidos en Palmira, Gracielo Parra,
había esperado recibir aquella iglesia para que la pastorease. Cuando el
hermano Alberto fue posesionado allí, Parra se separó de la Iglesia Pentecostal
Unida, formando la Iglesia Pentecostal Libre. La doctrina de la nueva iglesia
era prácticamente la misma, pero hacía mucho énfasis en la revelación a través
de sueños.
Los hermanos Drost salieron de Colombia en 1959 para ir a Uruguay,
dejando 25 iglesias establecidas en el departamento del Valle. Los hermanos
Morley vinieron de Pereira para ayudar en la región y supervisar con el hermano
Jesús Cardozo la construcción del “Tabernáculo” en Palmira.
5. SEGUNDO VIAJE MISIONERO:
El misionero William Drost comenzó la obra en Perú, y para el año de
1963, la iglesia colombiana fue a colaborar por medio de Judith Agredo y Wilson
Gómez. La Verne Larsen e Isabel Torres también fueron a ese país en 1966.
También se colaboró económicamente con ofrendas colectadas en las convenciones.
Mark Vahi, Domingo Zúñiga, Wynn Drost, William Drost, Álvaro Torres |
Acerca del trabajo misionero en Perú la hna. Isabel Torres recuerda:
“Cuando llegamos ya existía una obra en Charra Ríos y allí trabajamos
con la familia Drost y la familia Weins, Judith Agredo y Wilson Gómez. Judith,
La Verne y yo, trabajábamos desde las 10:00 de la mañana hasta las 10:00 de la
noche cada día. El Señor nos permitió trabajar en Ermitaño y comenzamos obra en
Collique y Progreso. En ese mismo tiempo se iniciaron en la obra de Dios, Gerald y Wynn
Drost. Gerald se aplicó mucho en la música y Wynn amaba las almas. Él
tocaba su trompeta y desde que entrábamos a Collique, hacía como el flautista
de Hamelin. Mientras tocaba “Firmes y Adelante”, por ejemplo, los niños lo
seguían y llegábamos al cerro en donde enseñábamos la palabra y hacíamos obra
social.
Tuvimos momentos muy bellos. Wynn con su poquito
dinero se compraba una latita pequeña de leche condensada y un pan peruano y
con eso se contentaba hasta que terminábamos nuestro trabajo. No lo puedo
olvidar. Era un muchacho que amaba la obra de Dios hasta hoy. Wayne era
un verdadero amigo y tenía un corazón muy sensible a las necesidades de las
gentes. Trabajaba en lo que se le presentaba. Gerald también trabajaba. Los
muchachos trabajaban cuando tenían oportunidad. Verner era
pequeño; era un niño muy especial. Le gustaban las experiencias químicas;
mezclaba aguas de diferentes colores y nos las presentaba como un nuevo
invento.
Judith Agredo, después de Rivera, era una alhaja.
Ella ya trabajaba en Perú antes de que nosotras llegásemos. Fue una de las
pioneras con los Drost, y miembro de una de las iglesias de Cali, Valle,
Colombia. La hna. Ruth era valiente; siempre rodeada de cinco
hombres…. Haber trabajado cerca del hno.William Drost me dio otra
manera de ver el trabajo del Señor. Aprendí varias cosas de él; sobre todo de
su manera descomplicada y simple. Era un hombre que practicaba los dones del
Espíritu y enseñaba muy bien las cartas a los Corintios.
Los Drost salieron y la Misión Internacional, con
el hno. Oscar Vouga, encargado de misiones, nos pidió que nos quedásemos en
Perú porque el hno. Weins no dominaba el castellano. Tiempo después el hno.
Drost nos visitó, quien llevaba a cabo una gira por América del Sur con
propuesta de supervisar unas obras allí; pero él tenía en su corazón la gira y
la visión que tuvo de España. En el culto de la noche él habló de Valencia,
España. Yo amo mucho las cosas del Espíritu, pero pienso en la lógica también.
Entonces yo me dije: para qué habló este señor de Valencia, España, si la
mayoría de personas que están presentes, no saben nada de España. Todos eran
indígenas. Cuando el culto terminó, La Verne oraba de rodillas y lloraba mucho.
Bueno, esas eran cosas personales. Yo no tenía que entenderlas.
Al día siguiente el hno. Drost vino a visitarnos y
conversando le dije: yo estoy lista para ir a España. Dios me ha hablado. De
inmediato La Verne dijo: a mí también. Yo no quería ir, pero anoche después que
usted habló hno. Drost, Dios me mostró: “Quién sabe si para esta hora te he
llamado al reino”. Y contesté: “Yo voy, y si perezco, que perezca”. (Eso
ocurrió así. Ella salió de España encinta de Keyla y cuando llegó a Colombia,
después del nacimiento del bebé, se enfermó hasta partir con el Señor).
El hno. Drost nos miró y dio gracias al Señor.
Cuando terminamos de hablar, La Verne dijo: yo también iré. A esto, el hno.
Drost explicó: “entonces vamos, porque cuando salí de Canadá para Sur América,
mi esposa me dijo: yo voy a España si las chicas de Perú van también. Así que
esta es la señal”. Ese hombre salió feliz”.
El hno. William Drost viajó a la ciudad de Málaga, España, en el año de
1967 para abrir obra en esa ciudad y abrir brecha en ese país. En 1968 fueron enviados Álvaro Torres y La Verne
Larsen junto con su hermana Isabel Torres para reforzar el trabajo que había
iniciado la familia Drost. La hija del hno. Larsen se había
casado con un creyente colombiano, el hno. Álvaro Torres, y junto con los
hermanos Drost y otra pareja colombiana, Noel Ospina y Ana Mora, fueron los
primeros misioneros latinoamericanos en ir a España, sostenidos conjuntamente
por la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia y la de Canadá.
Familia Drost: Gerald, Ruth, William, Wynn, Wayne, Verner |
Los misioneros estaban distribuidos en las
siguientes ciudades como se describe a continuación:
- William Drost: Málaga
- Álvaro Torres: Valencia
- Noel Ospina: Barcelona
- Thomas Wynn Drost: Madrid
- Timothy Wayne Drost: Zaragoza
Acerca del trabajo misionero en España la hna. Isabel Torres recuerda:
«Con la decisión del hno. Drost y su partida, que
fue inmediata, porque él tenía confirmación profética sobre el campo, se vio la
necesidad de obreros. En cuanto a mi hermano (Álvaro Torres), había decidido
partir con La Verne Larsen. Mi puerta se abrió y fue así como salí bajo una
alianza colombo-canadiense. Instrumentos de Dios usados en ese momento para mi
salida al gran campo.
El momento de partida a España llegó; y salimos de
Lisboa a Madrid… Mi oración fue: Señor, permite que de este país y de esta ciudad
salga un pueblo que te reciba en las nubes cuando vengas por tu pueblo.
Llegamos a Málaga muy cansados. Fuimos recibidos
por la familia Drost. Ya Gerald estaba casado con Dawn (Aurora) Bristow. La
hna. Ruth estaba contenta. Los mellizos Wynn y Wayne ayudaban en la
evangelización de jóvenes… Verner era jovencito, pero muy especial. Amaba al
Señor desde pequeño y era el favorito del hno. Drost, junto con Wayne. De Wayne
decía que tenía su mismo carácter y de Verner que iba a ser el mejor porque había
estado más cerca de él. Yo reía cuando le escuchaba; de Gerald decía que era el
consentido de mamá y de Wynn, decía, tenía el mismo carácter de su madre.
Yo quedé viviendo en la casa de los hnos. Drost y
Álvaro y Gerald vivían en sus apartamentos. Con la hna. Ruth Drost ya había
vivido en Perú, así que nos conocíamos bien. Llegué joven a Málaga. Los Drost,
Álvaro, La Verne y los jóvenes deban entusiasmo y ambiente muy bonito al
grupito. Los jóvenes participaban con amor y entusiasmo en todo lo que se hiciera
para el Señor. Había bonitas voces en el grupo. Álvaro era una bendición en la
predicación y el hno. Drost con su esposa con la experiencia.
Wayne me cogía la loción para el cabello, y un día
me asustó con una pequeña culebra, y ¡qué horror!; me escondí en la sala de
baño por un buen rato, hasta que su madre llegó del mercado. Él pasó luchas
fuertes como joven. Era atractivo, cantaba, tocaba el saxo y la guitarra;
pintaba, pero el Señor lo ayudó y salió adelante. Tenía el carácter de su
padre. Él se colocaba en la puerta del local para invitar a la gente, y claro,
con su personalidad, muchas chicas entraban a las reuniones. Wayne era un loco
amable y sincero; estoy segura que no fue entendido porque tenía un gran
potencial.
El último país que el hno. Drost tuvo en el corazón
fue Marruecos. Él iba y hacía contactos evangelísticos.
Se abrió un local en Vallecas (Madrid) y recuerdo
algunas anécdotas. Las reuniones las hacíamos en esta forma: Wynn se colocaba
en la puerta y Gerald y yo estábamos listos para dirigir y para predicar. Wynn
miraba si se veía un par de zapatos y cuando los veía, abría la puerta y
saludaba amablemente. Ya yo estaba dirigiendo un canto; si la persona entraba,
yo pasaba a Gerald, y él venía con su mensaje corto. A veces la persona
resistía y otras veces salía enseguida. Nosotros orábamos y Wynn continuaba en
su tarea. Así sucesivamente hasta que entraban unas cuantas personas. La
predicación y el amor a las almas nos hacen actuar en una forma que algunas
veces nos parece locura.
No fue fácil en Madrid; hubo discordia con el hno.
Wynn. Wanda, su esposa, era muy especial y amaba las almas; ella fue una esposa
hecha para un servidor de Dios. Era sana y llena de amor. Yo la había conocido
en Canadá, tanto a ella como su familia.
El hno. Drost era un hombre muy particular y tenía
una forma de trabajar que muchos no comprendían. A veces iba en su coche y el
Señor lo hacía parar para hablar a las almas. En esa forma contactaba hombres y
mujeres, ancianos y jóvenes.
Una vez entró en contacto con un grupo bien raro,
llamados “los niños de Dios”. Eran muy particulares, y andaban por todas
partes. Recuerdo lo sucedido un día que vinieron a comer a la casa. Como muchas
veces ocurría, el hno. Drost llamó casi a la hora del almuerzo y los trajo a
comer. En esos casos, nosotros poníamos sobre la mesa lo que había.
En esta ocasión, Verner, su hijo menor, tenía unas
pocas pesetas que había ahorrado, y cuando fui al mercado a comprar, me dijo:
Isabel, voy contigo para comprar un poco de carne porque me voy a hacer unas
hamburguesas. Fuimos, y yo tenía pena porque su dinero solo alcanzaba para
comprar la carne más barata y parecía carne para perros, pero la compró y
estaba feliz de hacer sus hamburguesas.
Verner estaba orgulloso de presentar sus
hamburguesas, que yo no las comí, y su padre, viendo la inocencia de su hijo,
me miraba con sus ojos, que a veces parecían de niño. Pero Verner, todo
orgulloso, puso el plato sobre la mesa y creo que sólo comió una, porque los
jóvenes que estaban presentes quizá no habían comido una hamburguesa por un
buen rato y decían que estaban muy buenas. Verner estaba feliz y se le
fueron todas sus pesetas ahorradas, pero con satisfacción de ver que los
muchachos comían con mucho gusto.
Después de haberlos conocido, los jóvenes
decidieron ir a Marruecos para compartir el evangelio; ellos eran americanos.
Se pusieron a compartir el evangelio en la playa y los pusieron en prisión por
esto. Ellos no conocían a nadie y dieron el nombre del hno. Drost en Málaga
como referencia. El hno. Drost quería ir a socorrerlos, pero no tenía una
aprobación de Dios. Esa noche presentó al Señor una señal: “Señor, si tú
quieres que yo vaya a Tánger a ayudar a esos muchachos, te pido una señal en dinero”.
Se fue después del culto al correo para ver si
había llegado algo. Antes vivíamos así. No había depósitos en los bancos para
los misioneros, pero el Señor usaba a la gente y enviaban. La hna. Ruth no
estaba muy de acuerdo que hiciera ese viaje porque hablaban un poco en la sala
y el hno. Drost tenía que irse temprano, si iba. Yo no sabía nada. Cuando fui a
orar para acostarme, el Señor me dijo: da lo que tienes en dólares al hno.
Drost. Yo creí que era cuestión personal. Porque lo que yo tenía eran 10
dólares. Y seguí orando; el Señor volvía a decirme la misma cosa. Yo continué
orando, y le dije: ¿Señor, que va a hacer él con ese dinero? Eso no alcanza ni
para dar un sándwich a cada uno de esos jóvenes. Pero le pregunté a la hna.
Ruth en dónde estaba el hno. Drost. Ella contestó: en el dormitorio orando. Se
quiere ir a Marruecos mañana en la mañana. Entonces le dije a la hna. Ruth que
quería hablar con él. Ya era tarde. Ella lo llamó. Él salió y le dije: hermano,
el Señor me dice que le dé estos 10 dólares y esto casi no le sirve de nada.
Entonces me respondió: eso no es lo importante; yo pedí a Dios la señal en
dinero para ir a Marruecos y eso es suficiente. Es mi señal. No me ha venido
dinero de ninguna parte.
Se fue; el día siguiente fue a la prisión que
quedaba frente a la playa de Tánger y ahí estaban los jóvenes con un grupo como
de 80 personas escuchando; pero eso no fue todo. Cuando el hermano se fue a
abogar por los jóvenes, para desagraviarlo le ofrecieron una cena con
autoridades altas de Tánger y pudo testificarles a todos ellos. Eso fue
grabado. Hoy la iglesia de España ayuda con su dinero a una misión en
Marruecos.
Hubo altercado entre los misioneros y yo no pude
resistir esto. Había algunos puntos doctrinales en los que no concordábamos, y
hubo espíritu de críticas. Yo tenía mi llamamiento por la obra en España, pero
decidí regresar a Colombia y servir allí. Creo que para hacer algo para la
eternidad, hay que estar en paz los unos con los otros. Pablo también tuvo que
separarse algunas veces de sus compañeros».
Familia Drost hoy en día:
Hna. Ruth con sus cuatro hijos Wynn, Gerald, Verner y Wayne
Hna. Ruth con sus dos hijos mellizos Timothy Wayne y Thomas Wynn
Hna. Ruth con su hijo menor Verner Drost, quien es pastor de la Iglesia “SmytheStreet Cathedral”
La hna. Ruth Drost de 88 años Si te ha gustado esta entrada ayúdanos a COMPARTIR entre tus amigos, conocidos, hermanos e iglesia y DÉJANOS TUS COMENTARIO. En tu WhatsApp o Facebook dandole click a cualquiera de los iconos de Redes Sociales 😇☝