¿Eres Tu una Biblia Abierta Para los Demas?
¿Pueden los que Están a tu Alrededor ver la Palabra de Dios en Ti?
Edición: Planeta Apostólico Pentecostal
Fuente: desconocida, reconocimientos al autor.
©Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)
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| ¿tu, eres una Biblia abierta? para los que te rodean (Imagen cortesía de Pixabay) |
Su nombre era Joe. Trae su cabello muy desordenado, una camiseta con algunos agujeros, unos Blue Jean cortos y rotos y sin zapatos. Un poco esotérico y muy brillante. Se hizo cristiano mientras asistía a la universidad.
Enfrente de la calle de la universidad estaba una Iglesia conservadora de gente bien vestida y preparada. Ellos están desarrollando un ministerio para los estudiantes, pero no saben cómo hacerlo.
Un día Joe decide asistir a esta congregación. Entra sin zapatos, con pantalón cortos y rotos, su camiseta y desarreglado su pelo. El culto ya ha comenzado así que Joe se pasea por el pasillo del templo, buscando donde sentarse. El templo está completamente lleno y no encuentra lugar. Para este entonces la gente se ve un poco incómoda, pero no dicen nada.
Joe se acerca más y más hacia el púlpito y, cuando se da cuenta ya no hay lugares, así que se sienta allí mismo en la alfombra de la entrada. (Comportamientos perfectamente aceptados en un compañerismo de la universidad, créeme, ¡esto nunca había pasado antes en esta Iglesia!)
Ahora los creyentes está verdaderamente incómoda, y la tensión en el aire está gruesa.
Casi al mismo tiempo, el ministro se da cuenta de que desde mero atrás de la Iglesia, un diácono muy despacio está tratando de llegar al frente donde está Joe. Ahora el diácono como de ochenta años, con pelo gris, y un traje de tres piezas. Un hombre muy espiritual, muy elegante, muy digno, muy cortés.
Camina con un bastón y, mientras va caminando hacia el muchacho, todos se están diciendo a sí mismos que no lo pueden culpar por lo que va a hacer. ¿Cómo puedes esperar que un hombre de su edad y de fondo entienda a un joven de la universidad sentado en el piso?
Se tarda mucho tiempo para que el hombre llegue hasta el frente. La Iglesia está silenciosa excepto por el bastón del hombre. Todos los ojos están puestos en él. Ni siquiera se puede escuchar que alguien respire.
El ministro ni siquiera puede predicar el sermón hasta que el diácono hace lo que tenía que hacer. Ahora todos ven a este hombre anciano soltar su bastón en el piso. Con gran dificultad se agacha y se sienta enseguida al lado de Joe y comienza a adorar junto con el para que no se sienta solo.
Todos están muy emocionados. Cuando el ministro toma control, él dice:
"Lo que estoy a punto de predicar, nunca lo recordarán. Lo que acaban de ver nunca olvidarán. Tengan cuidado de como vivan. Ustedes pueden ser la única Biblia que algunas personas jamás leerán."
"sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis"
(2 Tesalonicenses 3:9)
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