La Unicidad de Dios en la Historia de la Iglesia Parte VI
1. UNICITARIOS DEL SIGLO IV HASTA EL XIX:
En las épocas posteriores al siglo IV hubo grupos de creyentes cristianos que conservaron rasgos de la unicidad primitiva, y aunque creían en la divinidad de Jesús, mantenían ciertas diferencias interpretativas y conceptuales en su cristología. Mucho de lo que se conoce acerca de ellos proviene de fuentes hostiles que simpatizaban con la iglesia oficial de su época.
Unos de estos grupos de creyentes eran los Priscilianistas de quienes se afirma que rechazaban el dogma de la trinidad, negando la existencia de tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), en una única sustancia divina. Pese a ser condenados como herejes en I Concilio de Toledo (400), sobrevivieron en su zona original, noroeste de la península Ibérica, hasta el siglo VIII.
También los Euchitas son reconocidos como creyentes de la unicidad divina, ellos existieron entre los años 350 a 900 d.C.
Los Albigenses |
Los albigenses deben un nombre al pueblo de Albi, (sur de Francia), donde se centró la más importante actividad de este movimiento. Ellos enseñaban que Cristo era Dios, y también creían en el bautismo del Espíritu Santo por medio de la imposición de las manos.
En un principio, la iglesia católica trató de reconvertir a los albigenses por medios pacíficos, pero cuando fallaron todos los intentos, el papa Inocencio III lanzó la cruzada albigense (1209-1229), que reprimió a los seguidores de este movimiento de una forma brutal y a su paso desoló gran parte del sur de Francia. Sólo pequeños grupos de albigenses sobrevivieron en zonas muy apartadas, pero aún así no escaparon del hostigamiento de la inquisición que se extendió hasta finales del siglo XIV.
Para los siglos XI y XII se tienen registros de varios personajes que creyeron en la unicidad, entre los que se destacan:
- Pedro Abelardo (1709-c. 1142), un filósofo y teólogo escolástico, cuya fama como profesor le convirtió en una de las figuras más célebres del siglo XII. Nació en Le Pallet (Bretaña) en 1121. El concilio de Soissons, Francia (1121), lo condenó sin escucharle, por sus puntos de vista respecto a la trinidad y su tratado sobre el tema fue quemado. Fue acusado de sabelianismo y dos veces condenado por hereje. Abelardo murió en una abadía ubicada en Cluny (ciudad al este de Francia central), cerca de Chalon-sur-Saône. Fueron discípulos de Pedro Abelardo, Arnoldo de Bresia y Pedro de Bruis.
También se podría mencionar a William de Conches (1080-1154), quien describió la deidad en términos de modos o manifestaciones en lugar del término persona usada por los ortodoxos trinitarios.
Otro grupo heterodoxo posterior fueron los
- Anabaptistas que surgieron en Europa durante de la Reforma, principalmente en países como Alemania, los Países Bajos y Suiza. El nombre Anabaptista significa “el que se bautiza nuevamente”; se refiere a la práctica que tenía dicho movimiento de bautizar a los adultos aunque la persona ya hubiese sido bautizada en su infancia. Creían que la Biblia negaba el bautismo a niños.
En el siglo XVI Los Anabaptistas sólo bautizaban a los creyentes adultos que libre y voluntariamente, decidían hacerlo. Debido a que los Anabaptistas no aceptaban la jerarquía de la iglesia ni del Estado, ni la autoridad de los organismos civiles en temas de tipo religioso; fueron acusados de sedición y herejía, siendo víctimas de persecuciones y martirios. Este movimiento se basaba en congregaciones o comunidades que se reunían de manera voluntaria. Algunas de ellas fueron unicitarias.
Miguel Servet |
- Miguel de Servet: (1511-1553), médico y teólogo español mantuvo una concepción personal sobre el dogma de la trinidad (la cual negaba), y exaltaba la deidad de Jesús. Acusado de herejía y blasfemia contra el dogma oficial, fue ejecutado debido a sus creencias unicitarias. Murió quemado en la hoguera por dictamen del gobierno calvinista de Ginebra.
- Casiodoro de Reina: (1520-1594), reconocido traductor de la Biblia al castellano, se refugió en el Norte de Europa huyendo de la inquisición en el año de 1558. Recibió fuertes rechazos por tener ideas heterodoxas de teología radical y por admirar y defender a Miguel de Servet; además simpatizaba con los Anabaptistas. Fue pastor de una congregación de Londres, donde habitaban refugiados españoles; estos para ser reconocidos como iglesia escribieron una “Confesión de fe” en las que expresaban sus ideas bíblicas e Irénicas. Declaraban expresamente que en la Biblia no se encuentra la palabra trinidad, sustancia, persona ni la idea de bautizar a niños. Es por ello que ni calvinistas, ni luteranos gustaban de sus doctrinas.
Casiodo de Reina |
Los Cuáqueros o sociedad de los Amigos fueron un grupo religioso que tuvo su origen en el ala radical del puritanismo inglés a mediados del siglo XVII. En un principio, los Cuáqueros fueron seguidores de un predicador laico, el inglés George Fox, quien en 1647, comenzó a predicar la doctrina de «Cristo dentro»; más delante, este concepto fue desarrollado y enfocado más hacia la idea de «luz interior». A pesar de que Fox no buscaba establecer una entidad religiosa independiente, muy pronto sus seguidores comenzaron a agruparse y a formar una organización autónoma, haciéndose llamar por nombres tales como: Hijos de la luz, Amigos de la Verdad y más adelante Sociedad de los amigos. El nombre de Cuáqueros, por el que fueron popularmente conocidos, lo recibieron por los agitados movimientos que realizaban en momentos en que se sentían poseídos del Espíritu (en inglés to quake, que significa temblar).
La sociedad de los amigos fue víctimas de persecuciones desde que se formaron como grupo. Se destaca como líder el británico William Penn (1644-1718), quien prisionero en una torre de Londres por negar la trinidad y para ser liberado de la torre, Penn tuvo que mostrar que no negaba la deidad de Cristo sino sólo su distinción de Dios Padre. Fue el fundador de la colonia de Pensilvania (Norteamérica) en 1682.
También el siglo XVII se puede mencionar al Himnólogo inglés Isaac Watts (1674-1748), pastor congregacionalista, exaltó la deidad de Jesús; y tuvo gran dificultad para entender y aceptar la doctrina de la trinidad, además describió el Espíritu Santo como el poder de Dios pero no como una persona distinta al Padre. Poco antes de su muerte él escribió:
”A Solemn Addres to the Deity”, (Una dirección Solemne a la Deidad), en la cual él reconoció a Jesús como Dios manifestado en carne e indicó que la idea de tres personas en Dios era incomprensible y extra bíblica.
Emmanuel Swedemborg (1688-1772), científico y filósofo sueco afirmaba en su teología la plenitud de la deidad de Jesucristo, articulada con un rechazo de la doctrina tradicional de la trinidad. Él se expresaba respecto a su creencia unicitaria de la siguiente manera:
“Quienquiera que no se acerca al Dios verdadero del cielo y la tierra, no puede tener entrada en el cielo, porque el cielo es el cielo de ése único Dios, y ése Dios es Cristo Jesús, quien es Jehová el Señor, desde la eternidad el Creador, en el tiempo el Redentor, y a la eternidad el Regenerador: de consecuencia, que es a la vez el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y éste es el Evangelio que debe ser predicado”.
Para el siglo XIX existen suficientes registros históricos que son bases sólidas para hablar de creyentes unicitarios tanto en Europa como en Norte América. A manera de ejemplo citamos a Bernard, quien en su prolífica lista de unicitarios menciona en primer lugar al ministro presbiteriano John Miller de quien dice, era:
“Un creyente de la unicidad en América. En su libro, ¿Es Dios una trinidad? Escrito en 1876, él utilizó una terminología levemente diferente a la de los escritores modernos de la unicidad, pero las creencias que él expresó son básicamente idénticas a las de los creyentes de la unicidad del día de hoy. Miller creía que la doctrina de la trinidad no era bíblica y que obstaculizaba grandemente a la iglesia en alcanzar a los judíos y a los musulmanes. Él enfáticamente declaraba la deidad plena de Cristo Jesús.
Otro creyente de la unicidad según Bernard, es David Campbell quien divulgó que había hallado un libro escrito en 1828, que enseñaba la Unicidad. El autor era el inglés John Clowes, pastor de la iglesia de San Juan en Manchester.
También R. D. Weeks publicó en 1876 en Inglaterra el libro “Jehovah-Jesús The Supreme God Son the God Son the Man”. En el cual, 115 páginas, expone su pensamiento sobre la unicidad de Dios.
Los anteriormente mencionados no son los únicos creyentes de la unicidad durante veinte siglos de historia de la iglesia cristiana, pero se mencionan por considerarse representativos y es suficiente evidencia para considerar que la doctrina unicitaria pervivió a través de los tiempos; y aunque fue tenida como herejía cuando el desarrollo del dogma trinitario se consolidó, esta concepción de la divinidad no logró ser erradicada de la historia de la iglesia, y ha estado presente, con una intensidad variada, en sus diversas épocas, hasta la actualidad.
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