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Biblia Dios Habla Hoy 2015 en PDF Conoce una de las Biblias Consideradas Ecuménico Entre Algunos Evangélicos y Católicos / Biblia

Te Presentamos la Biblia Dios Habla Hoy 2015 Conocida También Como la Versión Popular un Proyecto Realizado Entre Algunos Movimientos Evangélicos y Católicos en el Mundo en Formato PDF, Digitalmente

Por: Joe Sanmartin 
Edición: Planeta Apostólico Pentecostal 
Fuente: Santa Biblia Dios Habla Hoy 2015, con introducción a cada libro de la Biblia, un pequeño resumen de los libros Apócrifos tanto del A.T como del N.T y una introducción en la historia entre los 2 testamentos.
©Attribution 4.0 International (CC BY 4.0) distribuido por SOCIEDAD BÍBLICA INTERACTIVA BIBLIA DOCTRINA Y MENSAJE OBRERO PEREGRINO CONSTRUYENDO TEOLOGÍA

Biblia Versión Dios Habla Hoy 2015
Esta es una versión de la Biblia presentada por la Sociedades Bíblicas Unidas (pagina web oficial) con sede Swindon, Inglaterra una organizacion no lucrativa y no denominacional fundada en 1948, la Biblia llamada "Dios Habla Hoy" su abreviación es DHH se da a conocer también como Versión Popular, se entiende que según es una traducción de origen ecuménico realizada por diferentes biblistas de diversas corrientes cristianas también en su lanzamiento contó no solo con la Sociedad Bíblicas Unidad si no también con el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) una agrupación de obispos católicos de Latinoamerica con sede en Bogota, Colombia. 

Para su realización se utilizo el Texto Masoterico Biblia Hebraica 3a edición, 1937, editado por Rudolf Kittel, y cuando estuvo disponible, el de la Biblia Hebraica Stuttgartensia para el Antiguo Testamento, también se utilizo algunas fuentes Hebreas y Arameas, para el Nuevo Testamento se utilizo el Texto Críticos (ó Texto Critico) en Griego utilizando la técnica de traducción de equivalencia dinámica es por ello que se considera una Biblia del tipo de traducido parafrasada o libre.

Te mostramos aquí en formato digital PDF esa interesante versión:


Nota:
Esta traducción de la Biblia Dios Habla Hoy no cuenta con los libros deuterocanonicos, si no solamente con los 66 libros reconocido como inspirados por la mayoría de iglesias protestante sin embargo viene con introducción a cada libro de la Biblia, un pequeño resumen de los libros Apócrifos tanto del A.T como del N.T que se conocen hasta ahora y una introducción en la historia entre los 2 testamentos.

-A continuación citamos los párrafos que esta versión de la Biblia Dios Habla Hoy, dice acerca de los Libros Apócrifos

Hay 15 libros y capítulos interpuestos entre los libros canónicos del AT en la antigua Biblia Vulgata Latina. En las versiones actuales los libros apócrifos generalmente se presentan como nueve libros separados. En el Concilio de Trento (1546 d. de J. C.) la iglesia Católica Romana recibió como canónicos todos los materiales adicionales incluidos en la Vulgata con excepción de 1 y 2 de Esdras y la Oración de Manasés. Esa decisión se hizo en contradicción a la mejor tradición aun de la misma iglesia romana, en reacción a los reformadores, que reconocían sólo los libros que estaban en el canon de los judíos (cf. esp., Josefo, Contra Apionem 1:8), el canon aprobado por el Señor Jesucristo. Los siguientes libros se consideran Libros Apócrifos: 

1 y 2 Esdras, Tobías, Judit, Adiciones a Ester, Sabiduría de SalomónEclesiástico, Baruc, Epístola de Aristeas, la Oración de Asarías y el Cántico de los Tres Niños, Susana, Bel y el Dragón, la Oración de Manasés, y 1 y 2 Macabeos.

A. Libros Apócrifos del Antiguo Testamento:

El término «apócrifos» significa «escondidos», y con él se designaron los libros no destinados al uso general, porque se consideraba que contenían verdades demasiado profundas para la mayoría, o porque se pensaba que contenían errores o herejías. El empleo evangélico (protestante) de este término, sin embargo, solo denota que estos libros no son canónicos.

  • El Origen: De acuerdo con la tradición atestiguada por Jerónimo, existen 14 ó 15 libros apócrifos. Todos se originaron en el período intertestamentario, que va del siglo II a.C. al siglo I d.C. Todos se escribieron originalmente en hebreo o en arameo, excepto Sabiduría, Oración de Manasés y 2 Macabeos, y gozaron de gran popularidad entre la numerosa colonia judía de Alejandría. Casi todos se incluyeron en la traducción griega del Antiguo Testamento llamada SEPTUAGINTA (LXX), que se hizo en esa ciudad. Ello implica que estos judíos, en cierta forma, los consideraron revestidos de la misma autoridad que los demás libros del Antiguo Testamento.
  • Canonicidad: Sin embargo, los rabinos que se reunieron en el llamado Concilio de Jamnia en 90 d.C. asumieron la tarea de fijar el CANON de los libros sagrados hebreos. Los criterios empleados por los rabinos fueron los siguientes:

  1. Composición del libro en hebreo o Arameo
  2. Antigüedad (por creerse que la profecía cesó con Esdras)
  3. Ortodoxia
  4. Calidad literaria

De acuerdo con estos criterios y otros factores, respecto a los cuales solo podemos conjeturar, los libros apócrifos quedaron excluidos del canon hebreo.

Sin embargo, la decisión de Jamnia no afectó a los cristianos de los primeros siglos de nuestra era, puesto que su Biblia era el Antiguo Testamento griego (LXX). Es cierto que ningún libro apócrifo se cita directamente en el Nuevo Testamento. Muchos padres de la iglesia antigua citaron estos libros sin reconocerlos como parte de la Biblia cristiana. Cirilo de Jerusalén (m. 381) y Jerónimo (m. 420) fueron más explícitos en distinguir los apócrifos de los libros canónicos del Antiguo Testamento. En su prólogo a los libros de Salomón, Jerónimo apunta que los apócrifos del Antiguo Testamento podían leerse para la edificación, pero «no para confirmar la autoridad de los dogmas de la iglesia». Los incluyó en el Antiguo Testamento de su versión latina de la Biblia (la Vulgata), pero señaló en los prólogos los libros que no se hallaban en el canon hebreo.

  • Evaluación Protestante: En el siglo XVI, Lutero y otros reformadores emplearon el Antiguo Testamento hebreo, que no contenía los apócrifos. Conocían los puntos de vista de Jerónimo y se alejaron de ciertas doctrinas que la iglesia de Roma basó en los apócrifos. En su versión alemana del Antiguo Testamento (1534), Lutero juntó los apócrifos, dispersos a través de la Vulgata, en una sola sección. Los colocó después del Antiguo Testamento y los encabezó con las siguientes palabras: «Apócrifos. Libros que no son tenidos por iguales a la Sagrada Escritura, pero cuya lectura es útil y buena». Otras traducciones protestantes de la Biblia a las lenguas vernáculas siguieron el ejemplo de Lutero, incluyendo la Biblia del Oso, de Casiodoro de Reina (1569).

Frente a esta actitud, la iglesia de Roma decretó, en el Concilio de Trento (1546), que quienes no reconocieran como sagrados y canónicos todos los libros contenidos en la Vulgata estaban «anatematizados». Libros como 1 y 2 Esdras y la Oración de Manasés, no incluidos en la lista de doce escritos declarados como canónicos en Trento, se publicaron más tarde en letra pequeña, a modo de apéndice, en la edición clementina de la Vulgata (1592). Debe observarse que los católicos romanos se refieren a los apócrifos como libros «deuterocanónicos», sin que ello implique menoscabo de su inspiración y autoridad.

En el artículo sexto de los «Treinta y nueve artículos de la religión», la iglesia anglicana recomienda la lectura de los apócrifos «por motivo del ejemplo de vida y la instrucción en las costumbres, pero no los emplea para establecer doctrina alguna». La Confesión de Westminster (1647), que ha sido autoritativa para las iglesias presbiterianas (calvinistas) de habla inglesa, rechaza categóricamente los apócrifos y los despoja de cualquier viso de autoridad. En 1827, la Sociedad Bíblica Británica, seguida por la Sociedad Bíblica Norteamericana, decidió excluir los apócrifos en los ejemplares de la Biblia publicados por ella.

Ningún evangélico, por cierto, equipara los apócrifos con los libros canónicos. Sin embargo:

los apócrifos constituyen un eslabón entre los dos testamentos, sin el cual se dificulta notablemente la comprensión del Nuevo Testamento, y puesto que formaban parte de la Biblia cristiana más antigua, los apócrifos deben estudiarse.

  • El Orden de los Apócrifos: Los libros individuales apócrifos del Antiguo Testamento se organizan en orden alfabético en la subsiguiente artículo. Pero aquí está el orden en el cual generalmente se organizan estos 15 libros en las Biblias que contienen los apócrifos.

  1. Primer libro de Esdras
  2. Segundo libro de Esdras
  3. Tobías
  4. Judit
  5. Adiciones a Ester
  6. El libro de la Sabiduría
  7. Eclesiástico o Sabiduría de Jesús, el hijo de Sirac
  8. Baruc
  9. La carta de Jeremías
  10. La oración de Azarías y el cántico de los tres jóvenes
  11. Susana
  12. Bel y el dragón
  13. La oración de Manasés
  14. Primer libro de los Macabeos
  15. Segundo libro de los Macabeos

  • Descripción: A continuación damos un resumen del carácter, el contenido y la fecha de composición de los apócrifos (de los cuales los números 1, 2 Esdras y la oración de Manasés no se imprimen en las Biblias católico romanas):

1. Primer libro de Esdras (3 Esdras en la Vulgata):

Es una traducción y compilación de 2 Cr 35.1–36.21, aumentada por la adición de un pasaje largo (3.1–5.3). Relata cómo Zorobabel obtuvo de Darío la autoridad y los fondos para reanudar la reconstrucción de los muros de Jerusalén y del templo. Se supone que fue escrito después del 150 a.C.

2. Segundo libro de Esdras (4 Esdras en la Vulgata):

Es un libro apocalíptico que contiene en los caps. 3–14 siete visiones al parecer otorgadas a Esdras en Babilonia durante el siglo VI a.C. El autor está obsesionado por la razón del mal y del sufrimiento humano y procura justificar ante los hombres los caminos de Dios. El autor de estos caps. Fue un judío desconocido que quizás escribió en arameo hacia fines del siglo I d.C. Los caps. 1, 2 y 15, 16 son adiciones posteriores de dos autores cristianos.

3. Tobias:

Es un relato popular y edificante. El ángel Rafael soluciona los problemas de Tobit y de Sara, dos judíos piadosos, por mediación de Tobías, hijo de Tobit. El libro destaca los deberes con los muertos y el consejo de dar limosna. Apareció en el siglo II a.C.

4. Judit: 

Relata cómo una bella viuda judía, Judit, le cortó la cabeza a Holofernescomandante asirio que sitiaba la ciudad de Betulia, y así salvó a los israelitas. La historia está repleta de errores y dislates históricos y geográficos que tal vez introdujo adrede el autor para centrar la atención en el drama religioso que constituye el fondo del relato. Es probable que el libro se escribiera en hebreo, alrededor del 100 a.C.

5. Adiciones a Ester:

En el siglo I o II a.C. un tal Lisímaco (11.1) tradujo el texto hebreo de Ester al griego. En seis lugares distintos de la narración griega, él, u otro autor, introdujo pasajes que no se hallan en el texto hebreo y que suman 107 versículos. Todas estas adiciones, menos una, mencionan el nombre de Dios (recuérdese que el texto masorético no se refiere ni una sola vez a Dios). En la Vulgata estas adiciones se agregan al final del texto canónico, pero en la Biblia de Jerusalén están intercaladas en letra cursiva en los lugares correspondientes al texto canónico.

6. El libro de la Sabiduría: 

Aunque insinúa que su autor fue Salomón, en realidad lo escribió en griego un judío helenizado, quizás de Alejandría, entre 100 y 50 a.C. El autor parece tomar en cuenta diferentes clases de lectores: judíos tibios y apóstatas (caps. 1–5) y judíos fieles pero desanimados por las persecuciones (caps. 10–12 y 16–19). A posibles lectores gentiles les ofrece una apología a favor de la verdad del judaísmo y señala la insensatez de la idolatría (caps. 6–9 y 13–15). Recalca la creencia en la inmortalidad del alma (rasgo típicamente helenista) y ensalza el papel de la sabiduría, que se identifica con Dios en el gobierno del mundo (7.22–8.1).

7. Eclesiásticos: 

Se escribió en hebreo en 190 ó 180 a.C por un judío de Palestina llamado Jesús (en hebreo, Josué), hijo de Sirac (50.29). Unos cincuenta años después el nieto del autor llevó un ejemplar a Egipto, donde lo tradujo al griego (véase el Prólogo). Este libro recalca que la sabiduría es la ley que Moisés proclamó (24.33, 34). Una recopilación muy variada de máximas la encontramos en 1.1–42.4. Aquí se ensalzan sobre todo la prudencia y la autodisciplina. Es muy conocido el «elogio de los hombres ilustres» (44.1–50.21), que empieza con Enoc y termina con el sacerdote Simón II (220–195 a.C.).

8. Baruc: 

Se atribuye al escribano de Jeremías. El libro contiene una oración de confesión y de esperanza (1.15–3.8), un poema que alaba la sabiduría (3.9–4.4) y una pieza profética (4.5–5.9) donde el autor anima a los cautivos con la esperanza de su regreso del cautiverio. Es posible que en realidad el libro haya tenido dos o más autores; el más reciente de ellos tal vez vivió poco antes o después de la era cristiana.

9. La carta de Jeremías: 

Aparece en la Vulgata y demás traducciones católico romanas como el cap. 6 de Baruc. Pero la LXX conserva aparte esta carta. Se trata de una diatriba que ridiculiza la idolatría  de Babilonia. Se desconocen la identidad y la fecha del autor.

10. La oración de Azarias y el cántico de los tres jóvenes: 

Es una adición hallada en la versión griega y latina de Daniel, colocada entre 3.23 y 3.24 del texto canónico (donde se halla también en las traducciones católico romanas). Posiblemente se escribió en hebreo entre los siglos II y I a.C. El cántico de los tres jóvenes sigue usándose en varias liturgias modernas (p. ej., en la anglicana y en la luterana) con el título de Benedicite.

11. Susana: 

Es una historia de tipo «detectivesco» en que Daniel pone al descubierto las falsas acusaciones que dos ancianos lascivos lanzaron contra Susana, mujer judía muy virtuosa y bella. En la Vulgata se agrega al último capítulo de Daniel (en las demás traducciones católico romanas figura como el cap. 13 de Daniel). El autor es desconocido y el relato se compuso durante los dos siglos anteriores a la era cristiana.

12. Bel y el Dragón:

Es otra historia de tipo «detectivesco» dirigida contra la idolatría. Daniel descubre los ardides de los sacerdotes del ídolo Bel y después mata a la serpiente adorada por los babilonios. Por segunda vez lo echan al foso de los leones y lo salvan. El autor, la fecha y el lugar de composición se desconocen. La Vulgata también anexa esta adición al libro canónico de Daniel y en las otras traducciones católico romanas figura como el cap. 14 de Daniel.

13. La Oración de Manases: 

Es una plegaria en que Manasés confiesa con humildad sus muchas transgresiones y pide perdón a Dios. Probablemente se compuso para insertarse en 2 Cr 33.12, 13, 18. Se escribió en griego, tal vez ya comenzada la era cristiana. Aunque no forma parte del censo de los libros canónicos adoptados en Trento, se incluye casi siempre en un apéndice de la Vulgata. Que se sepa, no existe traducción castellana.

14. Primer libro de Macabeos:

Es de alto valor histórico. Destaca la resistencia a los esfuerzos de Antíoco Epífanes IV de Siria por erradicar la religión judía y por helenizar a los judíos, y relata las hazañas de los hermanos Judas Macabeo, Jonatán y Simón, durante las invasiones de los sirios y las peripecias históricas ocurridas entre 175 y 134 a.C. El autor fue un judío de Palestina que escribió en hebreo alrededor de 100 a.C., pero el texto hebreo se ha perdido.

15. Segundo libro de Macabeos: 

Es un resumen de una obra de 5 tomos escrita por Jasón de Cirene (2.19–32). El libro trata de la historia de los judíos entre 175 y 160 a.C. El estilo es exhortatorio y el fin es agradar y edificar (2.25; 15.39). El autor escribió para los judíos de Alejandría, con el fin de despertar en ellos un interés por el templo de Jerusalén. El libro da por sentado la fe en la resurrección de los justos y recomienda la oración y el sacrificio de expiación por los difuntos (12.41–46). Tiene mucho menos valor histórico que 1 Macabeos. Se escribió en griego entre 124 a.C. y 70 d.C.

B. Libros Apócrifos del Nuevo Testamento: 

Obras que, aunque pretenden dar información acerca de Cristo y los apóstoles, o incluso estar escritas por estos, se excluyen del CANON del Nuevo Testamento. Se consideran distintas de la literatura patrística (también extracanónica), de la cual algunos escritos gozaron de gran popularidad en ciertas iglesias durante los primeros dos siglos; p. ej., el Pastor de Hermas, la Didajé y Las epístolas de Bernabé, Clemente de Roma, Ignacio y Policarpo. Más bien, los libros apócrifos nacieron principalmente de la curiosidad y piedad populares, y su orientación teológica delata su procedencia gnóstica (GNOSTICISMO). En su mayoría, se escribieron en griego. Solo de algunos se conserva el texto completo; para otros dependemos de citas en escritos posteriores.

  • Evangelios Apócrifos: Preocupados por las lagunas en las narraciones canónicas, algunos autores de los siglos II a IV, a veces evidentemente heréticos, las rellenaron con episodios pintorescos. Estos escritos casi nunca merecen el nombre de EVANGELIOS, porque su género literario es muy diferente. El Evangelio de los hebreos procede de Siria, de judeocristianos que conocían nuestro Mateo canónico. Más heterodoxo todavía es el Evangelio de los egipcios, que incluye un diálogo entre Cristo y Salomé sobre el repudio de toda relación sexual.

Entre los papiros se han hallado varios fragmentos, como el Evangelio de Tomás (véase abajo) y el Evangelio desconocido (Papiro Egerton 2), que data del año 100. Se han descubierto documentos que subrayan la pasión (Evangelio de Pedro y el de Nicodemo) y exageran lo milagroso. Otros describen la infancia de Jesús (Proto evangelio de Santiago, Evangelio [árabe] de la infancia del Salvador, etc.) y multiplican puerilmente los prodigios hechos por Jesús. Además, hay evangelios menos importantes que se llaman de los doce apóstoles, de Matías, de Judas, de Bartolomé, etc.

En Jenoboskion (Egipto) se descubrió en 1945 una biblioteca de literatura gnóstica (Nag Hammadi) escrita en copto, la cual brindó tres documentos de gran valor: el Evangelio de la verdad, escrito en Roma ca. 140 d.C., que medita enigmáticamente sobre la redención; el Evangelio de Tomás, procedente de Siria, que da 114 dichos de Jesús gnostizados; y el Evangelio de Felipe, en el que se rechaza enfáticamente todo lo sexual. El cotejo de estos libros con los canónicos es un estudio útil que llevará muchos años todavía.

  • Hechos Apócrifos: Para satisfacer la curiosidad popular respecto a la suerte de los apóstoles (sus milagros, viajes y martirio) algunos cristianos de siglos posteriores rellenaron las lagunas del libro de Hechos. El resultado incluye ciertos datos de innegable valor, pero los hay también netamente fantásticos, de tendencia apologética y herética. Dignos de mención son: Hechos de Pedro, de Pablo, de Andrés, de Juan, de Tomás, etc., Predicación de Pedro y Romance (Pseudo Clementino).
  • Epístolas Apócrifas: Aun durante la vida de Pablo hubo falsificadores de su firma (cf. 2 Ts 3.17), pero en los siglos II y III esta literatura seudo epigráfica llegó a su apogeo, sobre todo en Siria y Egipto. A veces sus autores procuran acreditar aparentes privilegios de determinadas iglesias; otras veces pretenden suplir epístolas apostólicas, ahora perdidas.  Títulos de interés son: Correspondencia entre Cristo y Agbar rey de Edesa, Epístola de los apóstoles, Tercera de corintios, Epístola a los laodiceos y Correspondencia entre Pablo y Séneca.
  • Apocalipsis Apócrifos: Todo el aparato apocalíptico (APOCALIPSIS) de visiones, arrebatos y apariciones angélicas está presente en estas obras. En ciertos sectores el Apocalipsis de Pedro gozó de reputación canónica en el siglo II; en menos valor se tuvieron los Apocalipsis de Pablo, de Juan (no canónico), de Tomás y Esteban y de María.
De todos estos libros apócrifos tanto del A.T como del N.T se concluye que:

El análisis de estos libros es una tarea delicada; el cristiano que busca en ellos datos genuinos de la TRADICIÓN, tropieza con mucho material ficticio y espurio sin valor alguno para la sana doctrina y edificación de la iglesia.

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