Aquellos que enseñan esta doctrina son
libertinos que profesan una nueva doctrina llamada la santidad del pecado.
Básicamente, esa herejía enseña que los pecados que usted hace con su corazón
son impuros, pero cualquier pecado que usted cometa con su cuerpo material
exterior no es impuro. Así que, éstos creen que cualquier santidad exterior es
legalismo y esclavitud. Ellos enseñan que cualquier cosa que sea más que esto,
es obra de hombres y no tiene efecto sobre la salvación de una persona. Esta
herejía es probada falsa por muchas escrituras del Nuevo Testamento (por
ejemplo 1. Corintios 6:20), que nos enseñan que debemos glorificar a Dios en
nuestro cuerpo exterior y en nuestro espíritu interior. Pablo dijo que el
cuerpo exterior y nuestro espíritu, son ambos posesiones de Dios.
Todos los libertinos están en contra del atavío de santidad, el cual es
evidencia externa de santificación interior. Como nuevo convertido, su fe no se
basa en las doctrinas de hombres, sino en la Palabra de Dios. Hebreos 12:14
dice: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie
verá al Señor."
Ahora usted es salvo. Ahora usted deseará vivir
una vida santa. Usted es un hijo o una hija del Señor y desea vivir en el mundo
como hijo del Rey. Su nuevo nacimiento fue de arriba y se rehúsa a volver a
vivir los estilos de vida del mundo de oscuridad. Usted vivirá como santo con
su dedicación para vivir por la Palabra de Dios. La Iglesia a donde usted
asista, determinará la medida de su fe. Si usted desea vivir la vida de un
libertino, buscará una Iglesia libertina. Si desea vivir una vida santa,
buscará una Iglesia santa. Usted llegará a ser lo que predique el ministro de
la Iglesia a donde asista. Usted puede medir a cualquier pastor de una Iglesia,
observando lo que él está haciendo de su congregación. No sea arrastrado al
libertinaje. Si ya lo ha hecho, entonces confiese a Jesús que usted fue
seducido y engañado y que desea la reconciliación de su cuerpo y de su espíritu.
El Señor Jesús le renovará un corazón limpio. Él le dará fuerza para vivir una
vida santa, bella y agradable delante de su Dios.
No se desanime si cayó en tentación y por la debilidad de la carne ha pecado.
Entre por sus puertas con acción de gracias, entre por sus atrios con alabanza.
Diga: ¡este es el día que el Señor ha hecho, me regocijaré porque Él me ha
hecho complacer! Regrese de donde haya caído. Hágalo en la casa del Señor.
Traiga una dulce ofrenda de santidad interior y exterior. Llegar a ser como
Jesús es un proceso de crecimiento. Es un caminar de fe y de gracia en todo el
camino hacia las puertas de la Nueva Jerusalén.
Para llegar a ese destino usted
debe ser santo y piadoso. Esto lo puede hacer si lo desea de corazón y alma. No
haga algo que no le agrade al Señor. No vaya a ningún lugar donde tengan
asociaciones malvadas. No lea, escuche o vea algo que sea malo o impuro. No
partícipe en ninguna actividad pecaminosa o de placer impío.
Examine su música,
sus libros, su literatura, su ropa, su actitud, y deshágase de todo lo que sea
impío. Si hay algo que le estorbe para ir al cielo, quítelo de su vida. La
santidad de adentro y de afuera, es remover todo lo que es impío y profano de
nuestro corazón y nuestra alma. Realce su nueva vida salva con cosas que
agraden al Señor. Escuche música piadosa e inspirada. Lea libros que sean
piadosos y que incrementen o realcen su fe. Sobre todo, exalte al Señor Jesucristo a lo más alto, como resultado de haber sido salvo. Esto le mantendrá
santo delante del Señor. Ahora que usted es salvo, deseará ser un ejemplo de
santidad para el mundo.
6. La Biblia Enseña que el Señor Jesús Tiene una Iglesia (Mateo
16:18)
La Iglesia es ambos, el cuerpo colectivo de creyentes en Jesús por todo el
mundo, y es también el lugar de una congregación local donde estos creyentes llamados cristianos se reúnen como una asamblea en adoración. Hay sólo una Iglesia, y
esta Iglesia es el Israel de Dios. Es el Reino de Dios, porque Jesús le
transfirió a ésta el Reino Davídico. Cada asamblea cristiana apostólica, es una
representación de este trono y de este reino. Cada una de éstas que tiene el
protocolo apostólico mediante la ordenación, tiene la autoridad de hacer
conversos al Reino de Dios por el uso de Hechos 2:38. ¡Los que están dentro de
este cuerpo, pueden todos llamar a Jesús Señor, pues Él es de hecho su REY!
Los primeros convertidos a la Iglesia del Nuevo Testamento, fueron judíos de
todas las doce tribus. Pablo, en Romanos 9:27, llama a estos judíos conversos,
el remanente, como fue profetizado por Isaías. La palabra Iglesia, cuando es
llevada a su raíz en la versión griega de la Septuaginta del Antiguo
Testamento, quiere decir: “Israel reuniéndose como asamblea de adoradores
delante de Dios”. Así, la palabra Iglesia, es una palabra griega que en su
primer nivel significa asamblea, pero en su raíz hebrea designa a esta asamblea
como la reunión del Israel de Dios. Lo que está reunido es Israel. Traduzca
esto al griego y lo que está reunido es la Iglesia. La Iglesia entonces es el
Israel de Dios reuniéndose en asamblea. Así, las doce tribus que se
convirtieron en el Reino de Dios, se convirtieron en el reemplazo del antiguo
Israel que se negó a unirse al remanente en conversión. Los gentiles fueron
injertados en este Israel a través de Hechos 2:38. Toda Iglesia judía o gentil
que continua este legado, es una representación de este Israel de Dios, cuando
se reúnen en comunión y adoración.
La Iglesia es identificada por medio de otras tres formas adicionales:
La interpretación de las escrituras del Antiguo Testamento y las profecías de los profetas deben venir mediante Jesús y sus apóstoles. La verdadera Iglesia rechaza toda autoridad de cualquier religión judía para interpretar las Escrituras en asuntos de fe, doctrina, y práctica.
Los creyentes de esta
Iglesia deben ser apostólicos en asuntos de fe, doctrina, y práctica. Esto
quiere decir que la Iglesia sigue SOLAMENTE la "Doctrina de los Apóstoles" como
está registrada en las Escrituras del Nuevo Testamento. El efecto de esta condición
de exclusividad, es que ningún hombre o grupo de hombres puede anular algo que
los apóstoles practicaron como fe del Reino de Dios. Concilios, credos, leyes
de iglesias, decretos papales, teólogos, filósofos, sacerdotes, ministros,
obispos, organizaciones religiosas, colaboradores, NO PUEDEN en absoluto, traer
otro evangelio u otro sistema de fe religiosa para reemplazar lo que fue
primero entregado a los Santos (Judas 1:3).
La primera Iglesia creía en
Jesús como el Cristo; ellos creían en la salvación por la expiación y la
santificación mediante la sangre de Jesús por gracia, por medio de la fe que
está unida a Hechos 2:38 como el plan de salvación; ellos creían en el bautismo
del Espíritu con el milagro sobrenatural de hablar en lenguas (otros
idiomas) según el Espíritu les daba que hablasen; ellos creían en
vivir como Cristo en una vida de santidad y de justicia. Si una Iglesia no
encaja en estos protocolos, no es una verdadera Iglesia de las Escrituras del
Nuevo Testamento.
Cada creyente debe buscar una Iglesia Cristiana Apostólica ceñida a Hechos
2:38, a fin de unirse al Reino de Dios. Cada creyente debe unirse por membresía
a una Iglesia, donde un hombre de Dios vigile la predicación de la Palabra de
Dios en sinceridad y en verdad. Estos hombres de Dios, son los profetas de Dios
de los días postreros.
Ellos le guiarán a la perfección en verdadera santidad y
justicia. Sígales así como ellos siguen a Jesús, considerando que
aquellos que están siguiendo a Jesús, se han crucificado para el mundo, para
poder conducirle a toda la verdad necesaria para que usted llegue al cielo. No
salte de Iglesia en Iglesia para ver donde encaja. Deje que el Espíritu de Dios
le encaje en su gloriosa edificación como una piedra viva (1 Pedro 2:5). Usted
ahora es salvo y debe permanecer en la Iglesia. No debe descuidar el
congregarse junto con el Israel de Dios, como es la mala costumbre de algunos.
Procure estar en la Iglesia todas las veces que se programe una reunión.
Hay algunas otras grandes verdades bíblicas en las que quiero animarle, para
que hagan parte de su fe y de su código de conducta. Cuando continúe en su
nueva vida de salvación de fe, aprenderá más y más sobre la Palabra de Dios y
de cómo ésta gobierna su espíritu y su vida. Tengo trece ítems para concluir
este estudio, que son para su edificación y su bendición espiritual.
7. Algunos Puntos Para Vivir en Salvación
a) Nunca olvide lo que Jesús hizo por usted cuando recibió su salvación por
gracia por medio de la fe, como se encuentra en Hechos 2:38.
Su nombre está escrito en el Libro de la Vida del Cordero, por eso si usted
permanece en la viña, nunca debe tener temor de estar perdido. Solamente si se
separa de la vid para vivir en pecado, estará en peligro de perderse (Juan
15:6). Todos sus pecados están lavados.
¡Si el diablo viene a recordarle su
pasado, RECUERDELE SU FUTURO!
El diablo no puede condenarle por sus pecados si
usted se encuentra bajo la sangre de Jesús. El diablo ha sido
derrotado y ha sido expulsado de su vida. La vergüenza del pecado ha sido
conquistada por la sangre de Jesús. El Espíritu de Dios ha venido para habitar
dentro de usted, como testimonio de que usted es un hijo o una hija de Dios.
Usted es una nueva creación en Cristo. Usted posee un nuevo corazón y
mente. Usted ama las cosas de Dios y su mente ha sido renovada según las cosas
de Dios. Usted tiene derecho a regocijarse, a danzar y a gritar en su
adoración. Usted es libre, le ha sido dada libertad y ahora su corazón puede
cantar cánticos de alabanza. Nunca pierda su primer amor o su primer gozo de
salvación. Cuando usted quiera hallar una razón para adorar o para alabar a
Dios, piense de dónde el Señor lo rescató, y luego recuerde una por una las
grandes cosas que el Señor ha hecho por usted. Adore y alabe al Señor con la
memoria de su vida de fe. Si usted nunca olvida lo que Jesús Mesías ha hecho
por usted, vivirá una vida de gracias y alabanza para el Señor. Así nunca se
perderá. Usted es salvo y va a vivir una vida salva hasta que Jesús venga o
usted entregue su vida en la fe de su salvación.
b) Siempre recuerde que el Espíritu Santo dentro de usted es más grande que
cualquier problema o prueba que pueda venir contra usted.
Su Dios es más grande que cualquier problema, cualquier enfermedad o dolencia,
cualquier invento del diablo, cualquier odio o abuso de otros, y más grande que
la tentación que pueda intentar apoderarse de usted en la debilidad de la
carne. Cuando sea probado o tentado, vuelva al poder del Espíritu Santo. Vuelva
a la oración y lea la Palabra.
Preste íntima atención a la predicación de la
Palabra de Dios que le envía una forma especial de confirmación para fortalecer
su fe. El diablo no está más equiparado que las armas espirituales que usted
tiene contra él. Si permanece en la Iglesia, lleno con el Espíritu Santo, puede
vivir una vida victoriosa. En nosotros y en nuestra carne fallaremos, por eso
debemos caminar no por vista sino por fe (2 Corintios 5:7).
No mire cuán grande
es el problema, sino mire cuán grande es Dios para nosotros en TODOS NUESTROS
problemas.
Nunca permita que el diablo le provoque a cuestionar a Dios o su salvación.
Nunca tema al diablo. Después de que usted es salvo, podrá hollar las obras de
las tinieblas y nada le dañará. Usted es salvo, incluso en los momentos más
difíciles de su fe. Solamente cuando usted rehusa arrepentirse y rehusa
continuar en su fe, es cuando el diablo puede tomar el control de su carne para
destruirle.
Lentamente usted comenzará a deslizarse y hará provisión para que
el pecado sea aceptado en su conducta. Simplemente expresará que no puede ver
el valor espiritual del vivir santo o piadoso. Gradualmente se apartará y se
sumergirá en el lugar de pecado de donde el Señor ya lo había rescatado.
Faltará a la Iglesia y luego renunciará por completo usando una excusa u otra.
Si alguien va al lago de fuego, es porque permitió que su carne le llevará
allí. Usted es salvo ahora y ha vencido el poder de sus propios pecados y el
poder del maligno. Camine y viva en la victoria de aquel poder. Jesús vive
dentro de usted y usted es un poderoso templo de la Divina Presencia de Dios.
Cuando el diablo o el mundo peleen contra usted, inclínese ante Jesús y deje
que el Señor luche sus batallas. Cuando esté abrumado por las cosas de esta
vida, vaya a la Roca de su salvación y escóndase allí hasta que pase la
tormenta. Si siempre está sujeto al Gran Pastor y obedece desde su corazón la
viviente Palabra de Vida, el diablo nunca podrá derrotarle. Usted irá al cielo.
c) Mantenga una actitud positiva hacia la Iglesia, el Ministerio, y el
cuerpo de comunión de Creyentes
Piense en cosas buenas y en lo que usted puede lograr para hacer de la Iglesia
una mejor Iglesia, para que su ministerio sea bendecido y para que otros
creyentes estén complacidos de ser sus amigos.
Usted no tiene derecho o autoridad para juzgar a alguien por cualquier pecado
que este haya cometido alguna vez. El juicio del pecado ha sido retenido por el
Señor Jesús. Si usted juzga a otros por sus transgresiones, entonces todo lo
que usted puso bajo la sangre de Cristo, puede ser traído nuevamente y puede
ser juzgado. Eso es a lo que se refiere: “No juzguéis, para que no seáis
juzgados” (Mateo 7:1). No se interese por cuáles son los pecados de un pecador,
pues tan pronto como se arrepiente y es bautizado bajo las aguas de separación,
usted está obligado a poner la memoria de ellos bajo la sangre de Jesús.
Busque formas para ayudar a activar la fe en el corazón y en la mente de otros,
a fin de que vivan una vida llena del Espíritu. Persiga después el gozo y la
paz y ayude a traerlos a las vidas de otros. Renuncie a estar triste y a estar
siempre criticando lo que otros están haciendo. Sí, algunos fallarán, algunos jugarán
a la Iglesia, y algunos caerán, pero su fe está en lo porvenir, no en lo
presente. Nunca permita que los pecados de otros se conviertan en un peso sobre
su propio caminar espiritual con Dios. El Señor quiere que seamos luces en un
mundo oscuro, y que brillemos por su piedad. No ponga una cara amargada, ore
hasta que haya recibido la belleza de la salvación. No sea medio espiritual o
cascarrabias. Usted es salvo ahora y debe estar feliz por esto, a cada hora, en
todo día, en todas formas.
No importa lo que otros hagan, usted fue salvo sin importancia o influencia de
ellos, así que ¿por qué permitir que estas cosas le causen deslizarse y caer
después de la salvación? Usted es salvo ahora y debe aprender a vivir para el
Señor como Él le ha llamado a que viva, y solamente usted puede vivir esa vida
para usted. El Señor Jesús no miente. Él no dirá bien hecho, si usted no lo ha
hecho bien.
Todo lo que haga de hecho o de palabra, hágalo en el nombre de
Jesús. Usted es salvo ahora y la vida QUE USTED VIVE AHORA, vívala para Dios y
no para sí mismo o para el mundo (Gálatas 2:20). ¡Regocíjese en su nueva vida!
d) Usted es ahora un hijo de Dios
Usted ha sido redimido. El diablo no puede azotar a los hijos o hijas de Dios.
Él podrá estar como león rugiente, pero porque todos sus dientes le han sido
quitados o porque tiene su quijada sellada. Todo lo que él puede hacer es rugir
y hacer ruidos de amenazas.
¡Usted es un ganador! ¡USTED NO NACIÓ PARA PERDER!
Como un alma ganada, ahora usted se convierte en un ALMA GANADORA. Piense en
esto, el Señor nos ha ungido para ser testigos de su gracia salvadora. Usted
puede conducir a otros a esta gracia mediante el testimonio personal. Usted es
salvo ahora y parte de su conducta salva, es ganar a otros del reino del diablo
para el Reino de Dios. Usted tiene una esperanza y fe que otros en el mundo
necesitan. Usted es como una señal de pare, que permite a Dios traer viajeros
para el camino de la vida, pues por medio de usted, ellos podrán ver los
peligros que los esperan si continúan en la dirección en la que van.
Cuando el Señor le provee con unción divina para llevarle un mensaje de
esperanza y salvación a otra persona, y Dios abre el corazón de esa
persona, usted está en una misión divina. Todo el poder del diablo estará contra
usted en ese momento. Usted podrá sentirse apenado de hablar. Usted podrá
sentir que no está calificado para hablar sobre temas bíblicos. Pero usted
puede testificar lo que el Señor ha hecho en su vida y cómo puede haber un
nuevo inicio para ellos, si le dan a Jesús una oportunidad de entrar en sus
vidas.
Deje que otros sepan lo que el Señor ha hecho por usted. Ese es su
testimonio, a usted no se le exige predicar o dar un estudio bíblico, ese es el
trabajo del pastor o de alguien asignado por el pastor. Su trabajo como
testigo, es invitar y traer a otros a la Iglesia, y luego durante la adoración
y ministración de la Palabra, estar en oración por la salvación de su invitado.
No intente hacer el trabajo del pastor. No intente hacer la obra del Espíritu Santo
de traer condenación o convicción de pecado. Haga solamente lo que el Señor
desea que usted haga y eso es testificar de la gracia salvadora de salvación en
su vida. Así que, distribuya literatura de la Iglesia. Anime a otros a tener un
estudio bíblico. Sea un pescador de hombres y mujeres y tráigalos. El Señor
sacará lo bueno de lo malo (Mateo 13:47-48). No es nuestra responsabilidad
hacer la clasificación. La predicación de la Palabra sacará a aquellos que
creerán para salvación y a aquellos que dudarán y se perderán.
Dios no le ha llamado para ser un chismoso, para propagar rumores y para traer
malas noticias. Usted está ahora ungido para traer las buenas nuevas. Dígalas a
todos cuando se abra una puerta de oportunidad. Nunca se avergüence del Evangelio
de Jesús, porque éste es el poder de Dios para salvación (Romanos 1:16).
Levántese, defienda la fe de Jesús. Levántelo en alabanza y adoración. Rechace
el odio hacia los apóstatas que dicen que Jesús fue solamente un hombre, que Él
es una de tres personas divinas, o que Él fue un falso profeta que ahora está
en el infierno.
Usted es salvo ahora y usted vivirá por siempre para reinar con
Jesús. Su eternidad no iniciará cuando Jesús venga nuevamente, ésta inició en
el momento en que usted fue salvo. Haga la afirmación de fe y no mire hacia
atrás al mundo de pecado. Deje que el Señor lo use como un ganador de almas,
éste es el más grande de todos los dones.
e) Desarrolle un fuerte hábito de oración
La oración es comunicación con Dios. Dios espera que todos los días usted venga
a Él en oración. Él espera todo el día y toda la semana para que nosotros
vengamos y tengamos comunión con Él. En la oración usted está tocando la puerta
del cielo o acercándose al trono de misericordia. Ore al Señor por todos sus
asuntos.
La oración es sumisión al Señor. Cuando una persona se somete al
Señor, el diablo inmediatamente huye de ella. Si usted quiere que el diablo
retroceda y deje de atormentar su mente cayendo rendido, inicie su oración con
adoración y alabanza. De al Señor acción de gracias por su misericordia y su
gracia. Deje que su corazón y su mente hallen palabras aceptables para adorar
al Señor. Cuando su tiempo de adoración haya terminado, espere silenciosa y
pacientemente por la voz silenciosa de su Dios que habla a su alma y a su
mente. Haga sus peticiones y su ruego al final de su sesión de oración. Si
usted necesita reprender en el nombre de Jesús alguna obra del enemigo o alguna
prueba o aflicción, hágalo preferiblemente después de haber adorado.
Por medio de su oración, usted verá milagros y verá como suceden actos
especiales del Señor Jesús. Usted verá sus necesidades y las de otros suplidas.
Usted experimentará las bendiciones del Señor. Cualquier cosa que pida en
oración que no sea pecaminosa o no conduzca al pecado o que le cause a usted o
a alguien más perderse, es buena pedirla en oración. Cuando usted ora, tiene fe
y cree que el Señor traerá toda cosa buena a su posesión. "Pero sin fe es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6).
f) Asóciese con creyentes fuertes y de pensamiento espiritual
Esto no quiere decir que se una a cierta elite o se mantenga distanciado.
Quiere decir solamente, que debe reconocer que sus anteriores amigos no van en
la misma dirección que usted. Usted está ahora dedicado al Señor.
Cuando usted se encuentre entre los miembros de la Iglesia, no procure tener
una estrecha comunión con aquellos que sean creyentes periféricos, es decir,
que un día están en la Iglesia y al siguiente día están afuera; un día están en
la montaña del triunfo, pero luego bajan al precipicio durante meses. Ese tipo
de personas nunca obtiene la victoria completa y declaran que no saben si van a
alcanzar el cielo. Ellos son inestables, y como tal, podrán aun ser sus amigos,
pero no son modelos espirituales convenientes, o gente cuyo consejo deba hacer
el modelo de su vida de fe.
Sea amable con los demás sin importar su nivel espiritual de fe. Usted necesita
comunión y compañeros de oración que amen al Señor. Si usted tiene amigos que
le arrastran al diablo, piensan el mal y que siembran discordia en su mente y
corazón sobre la Iglesia u otros, entonces usted se convertirá en una persona rencorosa.
Usted retará a su fe, a su salvación, y dudará de la salvación de otros. ¡NO LO
HAGA! No corra con ellos al error.
Dígales que el Señor ha puesto en su corazón
un deseo de asociarse con aquellos que viven una vida victoriosa y esa es la
influencia que usted quiere de la comunión con otros en su caminar con Dios. Si
sus amigos no desean seguir a Jesús, entonces debe abandonarlos para estar en
comunión con la Iglesia. Que sus amigos sean los hijos e hijas de Dios. Que
éstos se conviertan en su nueva familia.
g). El Pastor está colocado en la Iglesia por varias razones
- Para predicar el Evangelio para que los pecadores puedan ser salvos.
- Para desarrollar las funciones de la salvación de fe como es demandada por los
ministros.
- Para establecer una familia de creyentes en la Iglesia y
enseñarles las doctrinas de nuestra fe y práctica.
- Para instruir y preparar
a los creyentes para ser ganadores de almas.
- Para mantener en la asamblea
la justicia de Jesús Mesías predicando sobre muchos temas y tópicos, todos los
cuales son para el propósito de desarrollar nuestra fe como la de Jesús, los
apóstoles, y los primeros convertidos a la Iglesia.
Todos los Creyentes deben tener un pastor. El pastor es a la Iglesia lo que un
esposo es al hogar. Él es la cabeza de la congregación puesta por Dios. Él
tiene la última palabra. Sus juicios son finales. Si él está equivocado o
comete error en el juicio, el Señor lo corregirá a él, no al pueblo.
Él está
encargado de predicar la verdad y nada más que la verdad. Usted debe en todo
tiempo respetar al ministro. Algunos ministros caminan mal, algunos caen,
algunos son libertinos y se niegan a avergonzarse o arrepentirse del mal que se
permite bajo el nombre de libertad. Pero por cada uno de éstos, hay diez más que
defienden la verdad. Siga al pastor mientras él siga a la Biblia y la verdad
que los apóstoles predicaron.
Si él abandona éstos principios, entonces múdese
a una Iglesia donde sea predicada la verdad. A usted se le demanda salvar su
alma de esta desviada generación y algunas veces eso significa que debe cambiar
de Iglesia. Si usted tiene que hacer esto, hágalo en amor y no deje a ninguna
Iglesia en guerra o en odio. Un pastor piadoso es una fuente para ayuda y
consejo. Él le ayudará a tomar decisiones espirituales y orará con usted para
que el Señor dirija sus pasos. Ame a su pastor. Él es su líder ordenado por
Dios para presentarle sin tacha delante del trono de Jesús (2 Pedro 3:14).
h) No permita que la confusión le regrese al pecado
La confusión es un truco del diablo para hacer que una persona no sepa lo que
cree, o algunas veces no sepa a quién creer. Cuando el diablo confundió a Eva
prometiéndole que no moriría, ella se inclinó hacia su propio entendimiento y
pecó.
Muchos permanecen en el pecado, y no identifican al pecado en alguno de
sus hábitos o en alguna de sus conductas, porque están confundidos sobre lo que
el Señor demanda de ellos. Un punto que siempre debe ser la regla de fe en
estas instancias, es que una persona NUNCA debería renunciar a la Iglesia
porque está confundida o porque está teniendo problemas por no entender si algo
es o no, pecado. Esto es lo que el diablo quiere. El diablo usará cualquier
invento que necesite usar, para trabajar en todos los convertidos que son
salvos, a fin de alejarlos de la Iglesia.
Ahora mismo, haga un voto de asistir a la Iglesia sin importar cómo se sienta
respecto a algo. Ya que sería un pecado romper ese voto, usted librará a su
alma de muchos trucos y trampas del diablo. Si el pastor o ministro predica
sobre algo en lo que usted no está claro, no tome esto como un ataque personal
contra usted. Por supuesto, si usted está siendo terco y no acepta la verdad,
el Señor puede enviarle una reprensión. Pero de otra forma, el Señor está
llamándolo y si usted rechaza esto, su corazón se endurecerá y ninguna cantidad
de predicación o enseñanza suavizará un corazón insensible.
¡Nunca deje la Iglesia! Usted ha llegado tan lejos en su viaje como para llegar
a ser un cobarde. Jesús dijo que debíamos perseverar hasta el mismo fin (Mateo
24:13). ¡Una persona que está perseverando, es una persona que NO HA
RENUNCIADO! Mantenga sus ojos en Jesús y no en otros. Nunca permita que
alguien, sin importar su amistad, le persuada de que una parte de su fe es
estúpida, loca, esclavitud, legalismo, opresión, sectaria o errada.
Llénese de Escritura bíblica para sustentar lo que cree y practica como su fe.
Si usted rechaza las Escrituras, entonces no importará la cantidad de personas
que intenten convencerle sobre la realidad de algún pecado. No viva su vida de
fe en sus propios sentimientos o creencias personales, debe vivir su vida
ahora, basada en la misma Palabra de Dios. Si usted vive por las Escrituras,
entonces no hay razones para que sus oraciones deban ser entorpecidas y no hay
razón por qué, usted no pueda experimentar las grandes profundidades y riquezas
del Espíritu Santo.
Termine toda confusión siguiendo la fe y prácticas de la Iglesia, hasta que el
Señor le muestre la verdad sobre cualquier tema o asunto. Cuando el Señor le
muestra una verdad es para que esta se convierta en su fe. No errará o irá
errado siguiendo la santidad y la justicia que es enseñada por el pastor. Si
usted muestra esta humildad y amor hacia el Señor su Dios, entonces Él lo
conducirá por la senda de justicia por la que debe caminar.
i) Usted es libre y perdonado
Ya he mencionado esto pero quiero repetirlo. No permita que el diablo le
arrastre a su pasado para condenarle, cuando no había aceptado la sangre de
Cristo. No permita que otros que puedan conocer su pasado, le traigan vergüenza
o desgracia por los pecados que usted colocó bajo la sangre de Cristo, mediante
el arrepentimiento y las aguas de separación del bautismo.
Olvide aquellas
cosas que quedaron atrás y esfuércese hacia la meta del supremo llamamiento en
Jesús Mesías (Filipenses 3:14). Todo el mundo sabe que cuando una persona dice:
“SOY SALVO”, que esto quiere decir que le han sido perdonados todos sus pecados
y ya su vida pasada no debe ser juzgada contra ella más. Cuando alguien saque a
colación su pasado, solo diga ¡FUÍ SALVADO! Si eso no cierra la boca del
acusador, diga nuevamente: “CUANDO JESÚS ME SALVÓ, ÉL ME PERDONÓ Y AHORA VIVO
UNA VIDA DIFERENTE.” Si esto no cierra la boca de aquella persona, entonces
retírese y termine la conversación.
Si usted se encuentra con antiguos amigos con quienes participó del pecado,
dígales inmediatamente que usted ahora es SALVO y vive para el Señor. No
permita que ninguna persona le saque del poder de la sangre de Jesús, por
antiguas relaciones o antiguos pecados por la vía de la reminiscencia. Pensar
en los tiempos antiguos cuando se estaba en pecado, conjurará la lujuria de la
carne y creará una batalla contra emociones que fueron puestas bajo la sangre
de Jesús. Simplemente dígale a los antiguos amigos que no desea hablar de su
antiguo yo, ya que esa persona murió y fue sepultada en el bautismo y levantada
como una nueva creación en Jesús Mesías (Romanos 6:4).
No mantenga compañía con
cualquiera que usted sienta o sepa que le hará pecar. Siga a Jesús desde ahora
en adelante, hasta que Él regrese por su Iglesia. Usted es libre y usted está
perdonado. Regocíjese en su libertad y no vuelva a la condenación de la
esclavitud de algún pecado pasado.
j) No se avergüence ni tema pedir ayuda
No se avergüence ni tema pedir ayuda. Sin embargo, no pida ayuda de alguien que
esté en bancarrota espiritual. Especialmente, no pida consejos a pecadores
sobre cómo debería vivir su vida de fe.
El pastor es a quien el Señor ha
colocado sobre la grey para conducirles y guiarles. Nunca confíe en otros
miembros de la Iglesia su vida o cosas privadas si desea que permanezcan
secretas. Consulte con su pastor y deje sus asuntos privados con él. Su trabajo
como pastor no es condenarle sino ayudarle a poner todos los pecados bajo la
sangre de Cristo y guiarle en el curso de la acción que deba tomar. Él orará
por y con usted. Sus batallas son las batallas de él. Cuando usted siente que
no puede continuar porque su fe ha sido dañada o destruida, su mejor amigo
siempre será su pastor.
k) Adore y alabe al Señor con todo su corazón
Una vez que una persona se ha arrepentido, desde ese momento en adelante ella
tiene derecho a regocijarse, danzar y adorar en alabanza delante del Señor. Los
ángeles en el cielo, se regocijan cuando un pecador se arrepiente (Lucas 15:7).
Lo que estaba perdido se ha arrepentido y ha llegado a casa para ser parte de
la familia. El hijo (o hija) pródigo ha llegado a casa. Es tiempo para hacer
fiesta y celebrar la llegada a casa de los pecadores.
Nos regocijamos en la
Iglesia no solamente porque sentimos una bendición, sino porque como un grupo
colectivo de pecadores que han llegado a casa, estamos celebrando nuestra
libertad y nuestra acción de gracias al Señor, que nos ha permitido llegar a casa,
sacándonos de las porquerizas del pecado.
Permanezca en el avivamiento de Dios. Entréguese a Dios. Si usted no sabe cómo
adorar, entonces observe como otros lo hacen y únase en adoración. Alabe al
Señor con sus manos, bata las palmas, levante sus manos, ondee sus manos y de
saltos de alegría. Usted brinca o salta no para obtener gozo, sino porque el
Señor ha llenado su corazón con gozo por lo que ha experimentado. Usted puede
regocijarse después del arrepentimiento y se espera que se regocije después de pasar
por las aguas de separación del bautismo. Si usted no ha recibido el bautismo
del Espíritu Santo, puede recibir este bautismo durante la oración y adoración.
No tenga temor de adorar al Señor en su gozo, porque el gozo del Señor es su
fuerza espiritual (Nehemías 8:10).
l) Guárdese de los adversarios de la Iglesia
No todo el que asiste a una Iglesia es piadoso. Hay simuladores y falsos.
Algunos vienen como espías o por alguna otra razón. Ellos no aman al Señor y no
son amigos de la Iglesia. Algunos son hacedores de problemas y se sientan en
las bancas para ver a quién pueden usar para crear o iniciar un conflicto.
Algunos actuarán como si fueran parte de la Iglesia, pero siempre parecerán
estar en contradicción con ella. Evite a éstos. Ellos tienen dobles caras. Con
una cara actúan como miembros de la Iglesia y con su segunda cara están contra
la Iglesia.
No se preocupe por éstos que parecen ser algo, pero que en su adoración y en su
vida piadosa no son nada. Éstos se identifican porque siempre parecen encontrar
alguna forma pública para discrepar contra el pastor. Estos usualmente se
identificarán también porque siempre están echando abajo a otros, a la Iglesia
o a la fe de la Iglesia. Estos individuos son presumidos y la mayoría con
frecuencia nunca tiene la salvación del bautismo del Espíritu. Usted puede ser
un santo de Dios, 100% real, si no tiene comunión con ellos o sigue esos
caminos torcidos.
Éstos son un obstáculo para los nuevos convertidos y muchas veces van directo
hacia los visitantes y hacia aquellos que desean ser salvos, usurpando el
oficio del pastor, diciendo a otros lo que deberían hacer o no, cuando ni
siquiera ellos obedecen a la fe.
Cuando usted vea a una persona o personas
semejantes amontonadas sobre una visita o sobre algún nuevo miembro de la
Iglesia, vaya y dígale al pastor. Mediante su vida, usted puede tocar a muchos
para que sean salvos y puede ayudar a proteger a aquellos que buscan la
salvación, de ser ofendidos por adversarios que asisten a la Iglesia. Sea usted
siempre verdadero para Dios, sin importar lo que otros puedan hacer. Si usted
hace esto, usted es un sincero amante hijo o hija de Dios.
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