La Labor y Trabajo del Pastor una Profesión de Exigencia y Requisitos Celestial
Por: Joe Sanmartin
Edición: Planeta Apostólico Pentecostal
Fuente: desconocida...
©Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)
Una de las más grandes
necesidades en la iglesia de hoy es para pastores con un llamamiento divino
para pastorear o apacentar la grey de Dios. Predicadores hay muchos; entre
ellos hay unos con habilidad, talento y enseñanza, hombres que pueden
entretener y mover una audiencia con elocuencia y personalidad; pero pocos son
los hombres que están dispuestos a poner su vida por las ovejas.
Los pastores
según el corazón de Dios mismo, quienes sacrifican sus propias vidas para
pastorear el rebaño, no son numerosos. Feliz es aquella congregación que tiene
por su pastor a un hombre que será más que un predicador y un líder, pero
combinará estas cualidades con aquella cualidad dada por Dios de ser un “padre
espiritual” a su pueblo. “Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no
tendréis muchos padres” (1 Corintios 4:15). - El
Ministerio del Pastor es principalmente dentro de la iglesia:
“Y él mismo constituyo a unos
apóstoles; a otros profetas; a otros evangelistas; a otros, pastores y maestros”
(Efesios 4:11). De los muchos aspectos y llamamientos del ministerio
cristiano, la obra y ministerio del pastor resalta como una de vital
importancia. Jesús mismo ha puesto pastores en la iglesia para ministrar a la
iglesia. En Efesios 4:11-16 su trabajo es definido como: - Perfeccionando a
los santos;
- La obra del ministerio;
- Edificando el cuerpo de
Cristo.
La iglesia en una
condición saludable naturalmente aumentara en amor. En otras palabras, si el
pastor logra traer a la iglesia a una condición espiritual en Cristo apropiada,
naturalmente almas nacerán dentro de la familia, y el Señor añadirá a la
iglesia cada día los que han de ser salvos (Hechos 2:47). Muchas veces se
requiere un esfuerzo grande, tiempo y oración para mantener a los creyentes
andando en el camino derecho y angosto, guiarles a una vida espiritual más
profunda y velar por sus almas que no sean desviadas por el enemigo. Mantener
un alma en el rebaño fiel al Señor es más importante que ganar un converso
nuevo. Es la reincidencia del
pueblo de Dios que torna blanco el cabello del pastor y pone arrugas en su
frente.
Es por las ovejas que se han extraviado que él se queda despierto en
las noches y por las cuales agoniza en oración muchas largas horas. Cuando los
creyentes son rectos con Dios es una cosa fácil persuadir a los pecadores que
rindan sus corazones al Señor, porque cada hijo de Dios es una influencia para
el bien. Al contrario, cada reincidente lleva al abismo consigo muchas almas
quienes pudieron haber sido salvos si él hubiera permanecido fiel.