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"Época Post- Apostolica" de la "Unicidad en la Historia de la Iglesia" Parte IV / Defensa de Fe (100 d.c a 325 d.c)

La Unicidad de Dios en la Historia de la Iglesia Parte IV

(100 d.c al 325 d.c)
1. ÉPOCA POST-APOSTÓLICA:
  • Va desde el año 100; probable fecha de la muerte del Apóstol Juan hasta el 325 d.C.,  año en el cual se realizó el concilio de Nicea.
época se subdivide en:
  • a. Padres de la iglesia (100 a 200 aproximadamente).
  • b. Apologistas cristianos (200 a 325). 
1.1 PADRES DE LA IGLESIA:

La nueva generación de Discípulos
Son aquellos que todavía se encuentran próximos al tiempo y mundo de los apóstoles, siendo algunos, discípulos de ellos mismos. Estos cristianos no reñían con los principios judíos, es decir, la iglesia del periodo de los padres apostólicos tuvo, más o menos, las mismas características que la época apostólica.

Años antes que la ciudad de Jerusalén fuera tomada por los romanos en el año 70, la iglesia en Jerusalén ya había celebrado el primer concilio en el que participaron algunos apóstoles, lo que sirvió para unificar criterios respecto a los gentiles convertidos y organizar mejor la naciente iglesia.

Pero años después, la muerte del último de los doce apóstoles, el liderazgo de la iglesia pasa a manos de una nueva generación. Esta generación se sintió muy ligada a la doctrina de los testigos oculares del ministerio de Cristo (apóstoles) y apelaban a la autoridad de las escrituras.

Los líderes más importantes de la época post-apostólica entre los años 90 y 150 d.C. fueron obispos de las iglesias locales como 
  • Policarpo de Esmirna, (­+ 155 d.C.)
  • Clemente de Roma (+ 99-101)
  • Ignacio de Antioquía
(la tradición histórica plantea algunas razones para suponer que nació alrededor del año 35, y que conoció en su juventud a Pablo y Bernabé). 

En estos años la iglesia fue cruelmente perseguida, no obstante, esto sirvió para la expansión del mensaje y su fortalecimiento, tanto que para finales del siglo II había alcanzado prácticamente todo el imperio Romano y toda la zona del Mediterráneo, incluyendo el norte de África.

Los centros más importantes donde se habían establecidos iglesias eran Grecia, Alejandría de Egipto, Antioquía de Siria, Cartago y Palestina.

De igual forma, durante estos años se fue formando el Canon neotestamentario; es decir, la lista de los libros cristianos considerados como escritos sagrados (por estar inspirados por Dios). A fines del siglo II estaba casi totalmente conformado. Sólo se reconocieron como Canónicos (dignos de figurar en dicha lista) aquellos escritos que se remontaban a la era apostólica y que desde muy temprano habían sido particularmente apreciados por los líderes eclesiásticos, estos se constituyeron en la autoridad apostólica y mantenían la armonía en cuanto a la doctrina de la unicidad de Dios.

A finales del siglo II los escritos se preocupaban por mantener puro el legado doctrinal y la conformación paulatina del Canon, contribuía grandemente es este propósito, sin embargo, ya surgían inquietudes acerca de una posible pluralidad interna en Dios, no obstante la mayoría permanecía en la enseñanza apostólica. 

1.2 PERIODO DE LOS APOLOGISTAS:

Defensores de la Fe
El período subsiguiente con una duración de un poco más de 100 años, fue el de los apologistas. Y se denomina así porque en este tiempo hubo unos hombres considerados defensores de la fe. Algunos de ellos, bien preparados intelectualmente, toman la pluma y escriben extensas apologías, con la finalidad de refutar lo que ellos consideraron eran calumnias, acusaciones y herejías contra la iglesia en su vida y su feEl mensaje del evangelio se extendía y el paganismo que tenía gran influencias debía ser tratado con mucha discreción con el fin de desterrarlo de la vida de los nuevos conversos para evitar una mezcla insana, de éste con el cristianismo. Esa labor se propusieron lo apologistas.


Entre los años 150 al 200 d.C algunos hombres que se habían convertido al cristianismo y que provenían de creencias paganas, y de las escuelas filosóficas de la época, comenzaron a interpretar algunos aspectos de la doctrina apostólica desde su óptica  personal, e influidos por su formación, llegaron a concluir que el Dios del cristianismo tenía rasgos de divisibilidad interna, y debido a esto, la teología cristiana debió explicarse más clara y convincentemente, comenzando a tomar fuerza la discusión cristológica al interior de la iglesia.

Es así como por esta época se levantan las primeras controversias cristológicas
  • Un primer grupo creía que Jesús era el único Dios manifestado en carne y lo identificaban con el Padre, 
  • Un segundo grupo creían que era meramente un hombre y que no era Dios, 
  • Mientras un tercer grupo lo consideraban como un Dios subordinado al Padre Eterno; y cuarto grupo lo presentaban como un ángel con apariencia humana. 
Así que mientras unos aceptaban su condición humana, no reconocían la divina, y otros aceptaban su divinidad pero desfiguraban su humanidad. Para los cristianos esta discusión era un asunto vital, dado que su vida y fe se definían en referencia a la esencia de la deidad.

El seguir a Jesús y reconocerlo como Señor conducía necesariamente a plantear el tema de su relación peculiar con el Padre y reconciliar esa idea con el monoteísmo puro que descartaba que Jesucristo fuera otro Dios, aparte del Padre, declarar a Cristo como otro Dios y diferente al Padre, no era fácil de asimilar para los rígidos esquemas monoteístas judíos. Por otro lado negar que Cristo fuera Dios era negar su divinidad tan bien expuesta en los escritos neotestamentarios.

Ante dicha situación, los padres de la iglesia propusieron una explicación de la doctrina y procuraron dar razón de la fe para salvaguardar la transmisión íntegra de lo anunciado por los apóstoles.

En este momento histórico es donde surge el llamado Adopcionismo expuesto y definido por Teódoto de Bizancio, (estuvo en Roma en el año 190 aproximadamente), Pablo de Samosata (Obispo de Antioquía), los Ebionitas (secta de tendencias judaizantes), Teódoto el joven y Artemón (discípulos de Teódoto) entre otros. Y explicaba:

El  adopcionismo declaraba así que Cristo era sólo un hombre común pero de vida intachable, que se hizo hijo adoptivo de Dios en el momento de su bautismo donde el Espíritu divino descendió sobre él, y que fue deificado luego de su resurrección. Unos consideraron que Jesús nació milagrosamente de una virgen entre tanto que otros creyeron que era hijo de José y María

En este tiempo surge también el Subordinacionismo:

Algunos de cuyos expositores enseñaban que Cristo es un ser divino con existencia pre-encarnada, que era un poco inferior al principio divino supremo y que Jesús deriva de éste su existencia y en tal carácter, no era igual a Dios-Padre, ni eterno como él, puesto que la creación viene en el tiempo, por lo que el Hijo de Dios (como la creación), en su carácter de Logos exterior, no es sino fruto de una libre decisión de Dios. En consecuencia, si Dios es quien determina el crear al mundo, necesariamente el Hijo se encuentra subordinado al Padre.

Muchas ideas expuestas en los escritos de los llamados apologistas están influidas por estas opiniones, como fueron los casos de Justino, Hipólito, Orígenes y Tertuliano. El Adopcionismo y el Subordinacionismo eran complementarios en algunos aspectos.

Por ese tiempo vivió Noeto, natural de Esmirna, el cual refutó estas enseñanzas, y manteniendo los principios bíblicos, con fuerte apelación a las escrituras, reafirmó y fortaleció la enseñanza apostólica de la unicidad de Dios y la manifestación de Dios en carne enseñada por el apóstol Pablo en su carta a Timoteo y a los Romanos. Al igual que Noeto, hubo también otros defensores de la doctrina apostólica entre los que se destacan
  • Epígono (discípulo de Noeto)
  • Práxeas (discípulo de Epígono)
  • Sabelio (199-277)
Cuando los apologistas cristianos comenzaron a formular sus doctrinas, la filosófica tradición griega pudo ofrecerles varias discusiones teóricas de la noción de unidad [el Uno], algunas de las cuales llegaron a tener una cierta influencia en el pensamiento cristiano; así mismo se suscitó una controversia respecto al verbo para cuyo esclarecimiento apelaron al concepto platónico del Logos

Entonces, a medida que aumentaba la influencia de la cultura y pensamiento griego dentro del cristianismo, muchos empezaron a desviarse de la doctrina apostólica, hasta el punto de llegar a considerarla herética y a sus exponentes apóstatas. 

2. PRIMEROS ESBOZOS DE PLURALIDAD EN LA DIVINIDAD:

Los primeros cristianos vivían en un ambiente cultural judío en el que se concedía mucha importancia a la unicidad de Dios y a la doctrina del Nombre, pero de ahí, como anteriormente se expuso, se pasó a un ambiente greco-pagano y como consecuencia, la idea monoteísta se hizo atractiva para algunos líderes de origen helenista, a tal punto que la Cristología del Nombre por ser de raíces judías desapareció posteriormente

Debido a esto, algunos cristianos influidos por la herencia de su sistema filosófico y religioso se hacían cada vez menos unicitario y paulatinamente se dedicaron a refinar con categorías eminentemente filosóficas

la idea de una pluralidad interna en Dios que posteriormente desembocaría en el  trinitarianismo. 

Sus esfuerzos de interpretación de la divinidad cristiana estaban basados en ideas helenistas y dieron como resultado formulaciones dogmáticas que hacían uso de categorías filosóficas de la cultura griega.

Entre tanto la gran mayoría de creyentes deseaba mantener y preservar la idea monoteísta de Dios, manifestado como Mesías salvador -heredada de los judíos- conservada en los escritos apostólicos, en la fe oral popular y en la himnología de la iglesia.

Sin embargo, fuertes ataques para menoscabar la doctrina apostólica iniciaron al mismo tiempo que se fue gestando rápidamente el dogma de la pluralidad interna de Dios. Entre los artífices de la doctrina trinitaria podríamos mencionar algunos personajes como Atenágoras, el filósofo cristiano de Atenas, que muy temprano, por el 177 d.C. ya está señalando una distinción interna en Dios

Teófilo de Antioquía en 180 d.C. fue el primero teólogo en emplear el término griego “triada” para referirse a la deidad cristiana.

Hipólito de Roma (170?-235?), unos de los teólogos más prominentes del siglo III en la iglesia occidental, y que fue contemporáneo del obispo de Roma, Ceferino (198-217), escribe:

Dios estaba sólo y no tenía nada contemporáneo a él… Pero aún estando sólo, era múltiple, porque no estaba sin razón ni sabiduría, sin potencia y decisión; pero todo estaba en él y él era el Todo. Y cuando quiso y como quiso, engendró a su verbo, por medio del cual lo hizo todo en los tiempos fijados por él.

Tertuliano (160-220 d.C.), escribió el tratado montanista contra Práxeas, que fue la más avanzada exposición de la doctrina trinitaria de la época; además, fue ese teólogo quien introdujo la palabratrinidadpara referirse a Dios, junto con otros términos helenísticos para las formulaciones trinitarias. Una parte de dicho tratado donde él expone el asombro de la mayoría de creyentes de la unicidad ante la nueva doctrina trinitaria dice:

Ciertamente, los simples -yo no los llamaré imprudentes y sin instrucción- quienes siempre constituyen la mayoría de creyentes, se asombran ante la enseñanza de los tres en uno, basados en que su regla de fe los sacó de un mundo plural de dioses y los transfirió al del único y verdadero Dios;… ellos asumen que el orden numérico y distribución de la trinidad viene a ser una división de la Unidad;… ellos constantemente están propagando contra nosotros que somos predicadores de dos y tres dioses, mientras que presumen de sí mismos ser pre-eminentemente adoradores del único Dios; como si la unidad en sí misma con deducciones irracionales no produjera la herejía, y la trinidad racionalmente considerada constituye la verdad. 

Nuevamente el mismo Tertuliano en oposición a la enseñanza primitiva dice:

Para mí, que también conozco el griego, la monarquía no significa más que el mandato de uno sólo. Pero esto no implica que la monarquía, al ser de uno sólo, o bien le prive de un Hijo, o le impida buscarse un Hijo, o no le deje administrar su poder único por quien él quiera. (3,2). El tener un Hijo no priva al Padre de su autoridad, porque no es otro Dios que se sitúa como rival. No cumple su propia voluntad, sino la del Padre, ya que procede de la misma sustancia del Padre (4,1). El proceder de la misma sustancia lo explica a través de tres imágenes: «Dios profirió el Verbo, tal como lo enseña el mismo Paráclito, lo mismo que la raíz produce la rama, y la fuente el río, y el sol el rayo; porque estas especies son también emisiones de las sustancias de donde salen… Pero ni la rama se separa de la raíz, ni el río de la fuente, ni el rayo del sol, ni tampoco el Verbo se separa de Dios» (8,5). El Verbo es uno con el Padre, es decir, la misma sustancia y no otra separada, pero son dos distintos.

Además fue Tertuliano quien llamó despectivamente a los que mantenían la doctrina de la unicidad: “Monarquianos”.

Otros de ellos fue Orígenes, por algún tiempo condujo la escuela teológica de Alejandría, nacido probablemente en esta ciudad en el 185 d.C. Él declara

«Para nosotros, convencidos como estamos de que hay tres realidades subsistentes (hipóstasis), el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo…». 

Novaciano a mediados del siglo III aprovecha el trabajo de Tertuliano y añade que:

 “el Hijo engendrado por el Padre, el Verbo, no es mero sonido, sino que tiene sustancia propia”, es una segunda persona; pero el Hijo no había sido engendrado sólo con miras a la creación, sino que existió antes de todo tiempo, pues pertenece a la esencia del Padre tener en todo tiempo un Hijo. [37] Orígenes por 254 d.C. subraya la eternidad del Hijo y su distinción con el Padre; del Espíritu Santo afirma que recibe su origen a través del Hijo.

Y también el diácono Atanasio que es conocido como el exponente máximo de la trinidad en el concilio de Nicea en 325 d.C.

Es así como la aparente pluralidad interna de Dios desembocó posteriormente en la llamada “trinidad”, confesión que es tardía con respecto a la doctrina apostólica. Sólo hacia fines del siglo II se dan los primeros vestigios de la doctrina trinitaria

Gaxiola se expresa así respecto a la aparición del dogma trinitario:

“Los que traten de defender la trinidad como doctrina bíblica, encontrarán que es más bien un sistema filosófico que surge mucho tiempo después de los apóstoles en un ambiente cultural especifico, el griego. [Surge]… conforme la fe cristiana emigra del Judaísmo al mundo griego.”

Entonces, la confesión trinitaria y su fórmula bautismal no fueron el credo, ni la práctica original de la iglesia cristiana; su origen se remonta a las últimas décadas del siglo II, en una iglesia que se ha mudado de la tradición judeo-cristiana a un contexto greco-pagano. A partir de ese momento el desarrollo y adaptación teológica de esta doctrina no se da en un vacío histórico, sino que responde a una larga tradición.

Las formulaciones iniciales sobre el dogma trinitario, utilizando como instrumento la filosofía griega (principalmente neoplatónica), eran poco precisas y carentes de equilibrio; esto generó controversias trinitarias fuertes y extensas.

Los siglos tercero y cuarto fueron testigos de la aparición de varias trinidades, cuyos defensores lucharon con verdadero encarnizamiento para hacerlas prevalecer, pero acabaron todas por desaparecer porque era imposible sostenerlas. Sin embargo, todo ese esfuerzo teológico helenista, de siglo y medio, aportó nuevos conceptos y nuevos conceptos y nuevas categorías que refinaron y fortalecieron el dogma trinitario hacia el siglo IV

Fuente Desconocida

Llegado el concilio de Nicea en 325 d.C. donde se definirían asuntos de la fe, la doctrina trinitaria fue presentada por Atanasio, con tal perfil, que fue legitimada y declarada como dogma oficial de la naciente Iglesia Católica Romana. Esta decisión se ratifica en el Concilio de Constantinopla (a. 381), que recoge a Nicea y le añade algunos artículos pneumatológicos, pasando a ser la primera definición completa sobre el dogma trinitario, que posteriormente vuelve a enfatizarse en Calcedonia en el 451 d.C.

El Dr. Lewis Sperry Chafer, refiriéndose al dogma de la Trinidad manifiesta:

 “reconocemos que la palabra trinidad no se encuentra en el texto sagrado y que la doctrina que presenta tampoco es enseñada directamente”.Como puede notarse hasta aquí: el origen del trinitarianismo no es bíblico; es el producto de la reflexión teológica posterior a la época apostólica.

David Bernard después de investigar sobre la materia concluye:

Hasta donde nosotros podemos afirmar los primeros líderes cristianos en los días que siguieron la época apostólica fueron unicitarios. Ciertamente ellos no enseñaron la doctrina de la trinidad…

Después del surgimiento de la doctrina trinitaria en la última parte del siglo segundo, la doctrina de la trinidad no remplazó la unicidad como la creencia dominante hasta cerca del año 300 d.C., y no llegó a estar universalmente establecida hasta los últimos años del cuarto siglo. 

El proceso de adaptación y desarrollo de la doctrina de la trinidad continúa en los siglos posteriores y se extiende hasta la actualidad, ejemplo de lo cual son la obra de Agustín de Hipona en siglo V, Tomas de Aquino en siglo XIII y Karl Barth en el siglo XX, entre otros. 
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